Lo conocí a fines de la década del 90 en la oficina de
prensa de la AFA. Enseguida congeniamos. Yo publicaba la revista semanal que se
vendía en las canchas. Rodrigo no era del palo de la actividad. Pero así como a
lo largo de los años colaboró con tantos medios periodísticos, también lo hizo
con La Voz del Futsal, por ejemplo, con una emisión radial que iba por AM 650 a
principios de la década del 2000. Rodrigo conseguía los fallos del Tribunal de
Disciplina y por teléfono desde el edificio de la calle Viamonte, los daba al
aire, mientras yo lo escuchaba desde el estudio ubicado en la localidad de
Vicente López.
La sala de prensa de AFA lo tenía como a uno de sus
grandes protagonistas. Allí y en otros sectores, se debatía tenazmente para
conseguir información de primera mano, haciendo hincapié en fútbol de campo.
Con el paso de las décadas y por su destacada labor, súper profesional, numerosos
colegas –por vía oral, telefónica o a través de Internet- acudían a sus
servicios para obtener el dato preciso. Era un periodista respetado, servicial,
generoso, desinteresado, humilde (podrían seguir los elogios).
Más allá de la citada experiencia radial, también fue un
gran aliado de La Voz del Futsal en otros frentes. Cientos de tardes compartimos
las oficinas de AFA. Yo estaba abocado a nuestro deporte, pero en ciertas
ocasiones en que no podía concurrir al edificio, él me salvaba, reuniendo
información que luego me hacía llegar.
Fui testigo de su apasionado trajín por la búsqueda de
noticias y de su gran responsabilidad para cumplir con todos los que requerían
su ayuda. Pero también, muchos años antes, lo vi cuando periodísticamente, no tenía
trabajos remunerados y en silencio, luchaba por conseguir algo, asistiendo a la
AFA, con notable perfil bajo y perseverancia. Paradójicamente, llegaría un día
en que hasta los medios de mayor alcance nacional, darían la noticia de su
fallecimiento.
Lo vi por última vez a fines de 2019. Después, la pandemia
terminó con nuestros encuentros. La segunda ola del Covid-19 empezaba a avanzar
con fuerza cuando me enteré de que se había contagiado y estaba grave. El
querido colega Ricardo Fioravanti twiteaba prácticamente a diario las novedades
de su estado de salud. Así logré saber que fueron casi tres meses de
internación en terapia intensiva los que atravesó. Hubo un breve paréntesis, una
mejoría donde lo pasaron a una sala común del Ramos Mejía, pero volvió a
empeorar. Hasta que en la tarde del viernes 18 de junio, otro apreciado colega
del futsal, Patricio Knaudt, por whastapp, me envió ese mensaje que tanta gente
que lo conocía nunca hubiera querido ver: Rodrigo había fallecido. Desde estas
líneas, un sentido pésame a sus familiares y seres queridos.
Foto: La Nación.