diciembre 15, 2010

"SALDOS Y RETAZOS" DE LAS SEMIFINALES

DOS VIEJOS CONOCIDOS. Guillermo Campos y José Luis Costas se reencontraron después de un largo tiempo. Habían sido parte del plantel de Barracas cuando el Sportivo logró la mejor campaña de su historia, clasificando para la Libertadores. Anoche, Costas -de elegante boina y pantalón arremangado que dejaba ver un gran moretón- estaba lesionado y no pudo actuar para Boca, mientras que el técnico de la UAI, concurrió en su carácter de espectador.

QUÉ TARDE SE HIZO. El comienzo estaba programado para las 20.15, pero Pinocho-Agosto recién movieron la pelota a las 21.25. El tránsito caótico de un día laborable provocó que muchísima gente llegara con demora, incluso los jugadores y las cámaras de TV. El final de Kimberley-Boca fue exactamente a las 0.31 del día siguiente, y eso que en ninguno de los partidos hubo alargue.

MALDITO RELOJ. En el entretiempo del primer partido, el tablero electrónico del estadio sufrió un desperfecto y no hubo modo de arreglarlo. Es que el cable del aparato estaba en el pasillo de la tribuna, siendo pisoteado accidentalmente por el público que circulaba por ese sector. Por suerte, Miguel Castro, delegado de Kimberley, tenía en su auto el reloj que su club utilizó durante el campeonato y lo cedió amablemente. De lo contrario, se tenía que haber controlado el tiempo con el cronómetro manual de los árbitros.

LOS CUMPLIÓ FELIZ. Este miércoles, Javier Guisande cumple 35 años. El arquero de Boca tuvo una muy buena actuación, evitando la caída de su arco en reiteradas ocasiones. Curiosamente, su cumpleaños entró en vigencia mientras Guisande estaba todavía en acción, ya que, como se mencionó, el partido terminó después de las 12. Tras la chicharra final, festejó doblemente, recibiendo felicitaciones por el triunfo y por la fecha alusiva.

POLICÍA, POLICÍA... Otro de los motivos por los cuales el inicio sufrió una demora, tuvo connotaciones insólitas. Al parecer, los uniformados destinados al evento se hallaban en la parte externa al estadio, y se negaban a ingresar, algo que impedía que los árbitros pitaran el comienzo. "Están ahí tomando mate y si les pedís que entren encima te miran mal", dijo indigando una de las autoridades arbitrales. Con una elocuente pachorra, finalmente se dignaron a cumplir su tarea y Pinocho-Agosto pudo empezar.

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