octubre 14, 2022

CUANDO NUESTRO DIRECTOR NO HABLA DE FUTSAL

UN CELULAR QUE HACE MAL

El hijo del vecino (*) tiene un año y como muchos chicos de su edad, ya usa el celular de su mamá para ver videos. Ella se lo da pero al rato le pide que se lo devuelva. El nene se resiste. La mamá dice se terminó, y le quita el aparato, ante el llanto de su hijo.

Esta escena permite recordar la relación que existe entre Dios y nosotros, que somos como ese niñito incapaz de comprender que quieren protegerlo de peligros que él no logra percibir. Nuestro Creador sería como esa madre que por sabiduría y experiencia, entiende qué le hace bien y qué le hace mal al pequeño. Mientras los padres enseñan, corrigen y disciplinan, al niño le cuesta hacer caso y se rebela.

Hay gente que, considerando el manual de vida que Dios nos dejó, se pregunta la razón de determinadas normas o prohibiciones. Es que el motivo no siempre figura en las Escrituras. Volvamos al caso de la mamá y su hijo caprichoso. ¿Acaso ella le hace este comentario? Hijo, a corto o largo plazo, esto puede provocar en tu visión daños irreparables. La radiación de la pantalla altera tal órgano y tal mecanismo de tu ojo podría funcionar mal si no se lo cuida, etc, etc. Debido a su corto razonamiento, el chico no lo entendería. Entonces, la mamá se limita a decir esto noy a lo sumo, agrega te hace mal.  Dios nos creó, nos da la vida, nos salva. Pero no tiene que explicar la razón de Sus leyes o Su modo de hacer las cosas. Él es soberano y con nuestro limitado entendimiento, tampoco comprenderíamos Su infinita sabiduría. Por eso, en vez de rebelarnos, exigir explicaciones o tratar de descifrar causas, acatemos Sus indicaciones, que fueron formuladas en base a un inmenso amor, similar al que una madre le tiene a su hijo.

Dice la Biblia: Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos -declara el Señor-. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:8-9. LBLA.

(*) El hijo del vecino podrías ser vos o yo. O cualquier hijo de vecino. 

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