abril 16, 2021

CUANDO NUESTRO DIRECTOR NO HABLA DE FUTSAL

 

PERMÍTANME ESTE CONSEJITO. 
Ir a la raíz, para entender qué pasa con las ramas.

Cuando iba a la escuela primaria, un compañero me dijo una frase como esta: “Los judíos mataron a Dios”. En ese entonces no supe bien qué contestarle ni cómo manejar la incómoda situación. Y la cosa quedó ahí, adormecida en medio de la ingenuidad de una infancia alejada de estos temas… Ahora, al recordar el episodio, entiendo que detrás de la frase de un inocente niño que probablemente tampoco sabía bien de lo que hablaba, existe un trasfondo que se remonta a un par de milenios atrás. Así como mi compañero de grado pronunciaba aquella “máxima” con semejante seguridad, muchísimas personas más lo hicieron a lo largo de la historia, y tal vez, aunque no en las mismas proporciones, sigan haciéndolo.
Enseñanzas erróneas que datan de siglos y siglos, llevaron a que tantas generaciones se formaran esta opinión, creando una atmósfera de antisemitismo que perdura hasta nuestros días. En base a esta falsa premisa, a través de las épocas los judíos sufrimos discriminación, persecuciones y matanzas. Siglos atrás la gente “común” no tenía acceso a las Escrituras y se guiaba por la información tergiversada que transmitía la autoridad política y religiosa de turno. Pero cuando a partir de la invención de la imprenta esto comenzó a cambiar, leer la Biblia dejó de ser tan complejo como en otros tiempos. Y menos aún hoy, donde gracias a la tecnología, se puede llegar a ella con sólo hacer un clic en la PC o tocar la pantalla de un celular.
Aquel que lo haga, se dará cuenta de que en la muerte del Mesías sí estuvieron implicados los judíos, pero más allá de que esto es cierto y de que a continuación fue ejecutado por los romanos, cabe recordar lo más importante: Yeshúa (Jesús), pudo haber evitado su muerte, pero prefirió entregarse mansamente, porque sabía que ésa era Su misión en esta tierra, la de morir para expiar los pecados del mundo. Hoy podría contestarle a aquel compañero, que tiene razón, pero a medias. Porque tanto los judíos como el resto de la humanidad, todos pecadores por igual, son culpables de asesinato.
Podría explicarle, además, que si Él hubiera muerto en forma natural y no clavado en un madero, no se hubieran cumplido las profesías señaladas en las Escrituras. Por último, podría agregar que gracias a que Él murió del modo en que lo hizo, ahora tenemos acceso al Cielo, aquellos que le dijeron que “los judíos mataron a Dios”, así como también él, yo y todos los que creímos en Su obra.

Un sustento bíblico:
Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. (Isaías 53:5).

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