PERMÍTANME ESTE CONSEJITO. Entender que todos podemos ser héroes.
En las páginas de la Biblia se pueden encontrar los nombres de miles y miles de personas. En lo personal, una vez que comencé a comprender más su contenido, comprobé que se trataba de individuos como nosotros, con virtudes y defectos, con debilidades y con problemas muy parecidos a los que existen en nuestros días. Incluso grandes personalidades bíblicas cometieron graves fallas ante Dios. Acaso uno de los ejemplos más elocuentes, sea el del Apóstol Pedro, quien por miedo ante el peligro de ser capturado por los que ya habían apresado a Yeshúa (Jesús) negó conocerlo. Y no lo negó una vez, sino tres.
Esto representa una motivación para que los lectores de la Biblia, no nos sintamos inferiores a nadie, ni siquiera a los grandes héroes de la fe de las Escrituras. Lo que a ellos los convirtió en héroes no fue precisamente su valentía, porque aunque muchos la tuvieron, también se acobardaron en momentos de dificultad.
En cambio, lo que hizo que se destacaran fue su capacidad para reconocer que estaban yendo por un rumbo equivocado, que Dios era el verdadero camino y que a pesar de sus graves pecados, Él los perdonaría si su arrepentimiento era sincero. El mismo Pedro, después de lo que hizo, lloró con amargura por haberle fallado al Mesías. Pero Él nunca lo reprendió por su cobarde actitud. Por el contrario, lo comprendió, lo perdonó y le dijo que lo amaba. Así como con Pedro, Dios hace esto con cada uno de los que tienen la humildad para actuar de este modo.
Un sustento bíblico:
El Señor su Dios es compasivo y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, jamás los abandonará. 2 Crónicas 30:9b.
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