EL QUE CONSTRUYÓ TODO
El hijo del vecino (*) estaba de vacaciones. Bastante cansado de la vida ajetreada que llevaba en la ciudad, eligió irse con su familia, a un sitio muy alejado de la zona urbana. Sin torres ni cemento, por unos días se desconectó y estuvo en contacto con la naturaleza en estado puro, contempló el amanecer y el atardecer, y por las noches, observó la inmensidad del cielo con sus incontables estrellas. Además interactuó con animales y vio aves que ni siquiera conocía por la televisión o por internet. El hijo del vecino, impactado por el cambio, se replanteó: ¿quién es el autor de todo esto? Gracias a sus vacaciones en el campo, se sintió muy cerca de Dios.
A los que han vivido mucho tiempo en una gran ciudad, por lo general, les cuesta creer… Rodeados siempre de elementos que han sido hechos a partir del trabajo del hombre, el máximo contacto que tienen con la naturaleza, a veces, es estar en un parque donde hay algunos árboles y pájaros. Por lo tanto, de manera inconsciente también suelen caer en la falsa sensación de que no existe un creador más allá del ser humano. Pero basta con que en algún momento esa persona tenga la posibilidad de estar frente a una puesta de sol en una playa silenciosa, para que muchos pensamientos pasen por su cabeza; para que quizás entienda que el hombre no es el constructor de todo ni el azar el fabricante de este maravilloso universo. Y que, al igual que el hijo del vecino, se pregunte: ¿es posible que exista semejante diseño sin un diseñador?
Dice la Biblia:
Porque toda casa tiene su constructor, pero el constructor de todo es Dios. Hebreos 3:4.
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