AMARLOS Y CUIDARLOS
A medida que los niños crecen, el vínculo con sus padres tiende a ser cada vez menor. En la etapa posterior a la infancia, hay chicos que directamente sienten vergüenza de sus papás. Creen que éstos están pasados de época y que ellos ya están capacitados para valerse por sí mismos. Se fastidian, también, si pretenden darles indicaciones, consejos y/o advertencias. La interacción que tienen con el mundo que los rodea, como ser los compañeros de colegio, los incentiva a acelerar la búsqueda de la independencia. Las consecuencias de ese ferviente deseo de “independencia”, pueden llegar a ser graves, tanto a nivel individual como familiar.
Los adultos de hoy, ayer han sido jóvenes y las directivas con las cuales educan a sus hijos, están respaldadas por la experiencia de haber pasado por circunstancias que, en cambio, ellos recién están empezando a vivir.
A pesar de que en nuestros días puede parecer algo trivial, este asunto es de tanta importancia que por algo, Dios lo incluyó en su decálogo. El quinto mandamiento es elocuente: “Honrarás a tu padre y a tu madre”. Esto significa amarlos, respetarlos, cuidarlos… Cuando un hijo no presta atención al mensaje de un padre o siente vergüenza por él, más allá de causarle dolor, está fallándole a nuestro mismo Creador, que es el Padre que nos dio la vida, el amor, el sustento y la salvación.
Un sustento bíblico:
Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Proverbios 6:20.
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