TODO EMPIEZA POR CASA
Es frecuente que a las personas se nos peguen los usos y costumbres de nuestro entorno. Si en la familia suelen darle importancia a la política, no sería extraño que los niños pequeños, a futuro, sigan los mismos pasos. Igual ocurre con el fútbol, la música, etc. A la inversa pasa algo similar: cuanto menos hablen los padres de política –aunque siempre hay excepciones- menos hablarán los hijos. Si en un hogar a la Palabra de Dios no se la tiene en cuenta, muy probable es que los hijos crezcan dándole la espalda a nuestro Creador. Luego esos niños irán a la escuela y se encontrarán con compañeros que tienen el mismo esquema: una vida sin Dios. Como la familia es la base de la sociedad, mediante este modelo se ha ido formando una comunidad que muy lejos está de las instrucciones, los anhelos y las bendiciones que el Señor tiene preparados para Sus hijos.
Dios fue muy específico en esta ordenanza: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7). Pero, ¿cuántas personas respetan este mandato? ¿Qué padre, hoy por hoy, trata de educar siguiendo la guía del Señor? Por lo general, muy poco. El hecho de apartarse, significa que también uno se alejará de las bendiciones que Él continúa ofreciéndonos. Por eso, mientras tengamos los pies sobre esta tierra, todavía habrá tiempo de romper con este modelo de sociedad que propone esa vida sin Dios. Sin embargo, así como Su justicia es inquebrantable, también inmenso es Su perdón. No esperemos más y corramos a reconciliarnos con Él, que sin dudas, nos espera con ese ferviente deseo.
Un sustento bíblico:
Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. Proverbios 22:6.
No hay comentarios:
Publicar un comentario