NO ES IGUAL, AUNQUE PAREZCA QUE SÍ
Muchos quisieran
saber el motivo por el cual, si Dios existe, ladrones, asesinos y gente
deshonesta en general, no siempre son castigados. Asimismo, tampoco parecieran tener
recompensa aquellos que no se apartan del camino correcto. Así como está el
mundo, da la sensación de que no solo es lo mismo hacer las cosas bien o
hacerlas mal, sino que siendo tal el grado de corrupción, directamente es
preferible hacer lo malo y aprovecharse de la sombra protectora de la
impunidad.
En la Biblia, este
tema es tratado generosamente. Varios de sus autores escribieron sobre este
aparente misterio, pues lo mismo que pasa hoy, ocurría miles de años atrás. Y
la uniformidad de criterios es generalizada: si bien la justicia a menudo se
ausenta en nuestro breve pasaje por esta tierra, del Señor nadie puede
burlarse, y dará a cada uno su premio o castigo, el día en que nos toque
presentarnos ante Él. Los hará tanto con quienes viven como si Dios no
existiera, como con quienes tratan de hacer Su voluntad.
Como para dar una
opinión definitiva sobre el tema, el propio Yeshúa (Jesús) lo dejó en claro
mediante la parábola del trigo y la cizaña. Ambas plantas crecían juntas en un
campo, pero la segunda –sembrada por un enemigo- era una hierba mala. Cuando la
cizaña fue descubierta, le preguntaron al dueño del terreno si debían
arrancarla. “Él les dijo: No, no sea que
al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo” (Mateo 13:29). Pero
agregó que más adelante, al momento de la cosecha, las espigas fueran a
diferentes destinos: que a la cizaña la arrojaran al fuego, y que al trigo, que
era el producto de una semilla buena, lo llevaran a su granero.
Un sustento
bíblico:
No se dejen
engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso
también segará. Gálatas 6:7.
No hay comentarios:
Publicar un comentario