julio 07, 2008

BOCA-PINOCHO, UN EMPATE INOLVIDABLE


Arriba: Elías y Guisande, grandes artífices de que el partido terminara sólo 1 a 1. Abajo: el saludo entre Benes y Bueno. A un costado, Viñas y Santamaría, la dupla arbitral de un encuentro para recordar por mucho tiempo.

Faltaban sólo 38 segundos y el partido estaba 0 a 0. Un 0 a 0 que no era casualidad, sino que obedecía a una causa muy concreta: los arqueros, se habían erigido en las grandes figuras de la noche. En un partido pródigo en emociones y situaciones de peligro, ni Boca ni Pinocho habían podido abrir el marcador. Por más que el gol rondó en reiteradas oportunidades por los arcos de Guisande y Elías, la sensacional actuación de los arqueros (no en vano son los de la Selección) impidió el festejo. Hasta que a partir de aquel instante, ocurrió de todo...
Volviendo más atrás, hay que hablar de un primer tiempo donde el mutuo respeto pronto le cedió paso a una ambición ofensiva que llevó a los dos equipos no guardarse nada. Si bien Boca estaba obligado a ganar para acortar distancias respecto del líder, Pinocho también respondió con ataques punzantes. El resultado, fue un partido en el cual la multitud presente, pudo gozar de un atractivo espectáculo. Eso, claro está, hablando de los espectadores neutrales, pues los simpatizantes del puntero y su escolta, lentamente se fueron preparando para sufrir un trámite no apto para cardíacos.
Siguiendo con la primera etapa, los dos llegaron a la sexta falta y en el último minuto, hubo una chance para cada uno. Pero fueron desaprovechadas por Aquino (tiró desviado) y Usinger (atajó Guisande).
El complemento lo empezó mejor el local –el pibe Santos hizo un interesante aporte en ataque-, pero luego mejoró la visita, y con un ida y vuelta electrizante, la sensación aludía a que el gol podía llegar en cualquier momento. No obstante, los minutos fueron corriendo y aquella sensación, consecuencia de la enorme seguridad exhibida por los guardavallas, quedó eclipsada por otra totalmente opuesta: podrían jugar durante horas, pero vulnerar a esos dos monstruos ya se había convertido en una misión imposible.
Sin embargo, el final sería una caja de sopresas. Y los hechos se precipitaron, a medida de que las faltas volvieron a ser protagonistas de la noche. Faltando dos minutos, los dos alcanzaron la quinta. Cuando sólo quedaban 38 segundos, Ruscica lo bajó a Costas en la mitad de la cancha. Sin dudar, Viñas señaló la infracción. Como en el primer tiempo, Aquino volvió a pararse frente al balón. Pero esta vez, no falló. Su disparo, esquinado, dejó sin chance a Elías y de inmediato, una inmensa euforia se apoderó de los Meloni’s boys y sus hinchas. Es que Boca estaba muy, pero muy cerca, de cortarle a su rival un colosal invicto de 73 partidos.
Antes de que el juego se reiniciara, recrudeció la polémica. Costas –que se había besado la camiseta xeneixe de cara a la hinchada de Pinocho, su ex equipo- fue expulsado porque el asistente Javier Santamaría entendió que también se había tomado los genitales.
Con un hombre más, Pinocho fue con todo en busca del empate. Y ante los ojos incrédulos de todo el gimnasio, éste se cristalizó faltando 29 segundos, en el preciso instante en el cual Riente clavó una magnífica media vuelta en el ángulo izquierdo del desorientado Guisande.
Ahora, el grito furioso, enajenado y frenético, era propiedad exclusiva de Pinocho, que a la par de conservar su invicto, veía como su sexto campeonato iba tomando un color definitivo.
A pesar de que aún restaban unos segundos, ya más nada sucedería. O sí: con la pitada final, desde el interior del gimnasio se observó un importante tumulto en el acceso al mismo: era porque en el playón de estacionamiento había incidentes entre gente de ambos clubes. Adentro, luego del jubiloso festejo de la visita y el desconsuelo de los locales, todo quedó reducido a una completa calma.

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