Guido Mosenson había
hecho prácticamente toda su carrera en Hebraica. Al margen de un par de
temporadas en Kimberley, donde estuvo a préstamo, en el elenco de la
colectividad surgió y allí fue un arquero-símbolo, hasta que a principios de
este año volvió a irse a préstamo, en esta ocasión, a Boca. El destino
futbolístico hizo que esta semana, ambos equipos se cruzaran en un cotejo
pendiente, y siendo la colocación de los dos muy holgada, el triunfo quedó en
manos del xeneize, que alcanzó a su vencido en la tabla. Mosenson, que por
pertenecer a Hebraica no actuó, vivió el encuentro “con gran ansiedad. Me
costó, fue un día atípico, de sentimientos encontrados. Me hubiera gustado
jugar, porque yo quiero estar siempre. A Hebraica lo vi muy bien trabajado,
concentrado. Y a Boca, bueno, lo veo semana tras semana. Metido, enchufado, con
mucha dinámica y jerarquía”.
-¿Se acercó la gente
a saludarte?
-Sí, sí… Personas a
las que no veía hace bastante. Estuvo lindo.
-¿Estabas nervioso a
pesar de no haber jugado?
-Sí, totalmente. Terminé
con un poco de dolor de panza.
-¿Tenías esperanzas
de jugar?
-Desde el comienzo
del torneo tenía claro que no iba a jugar. Pero bueno, llega el momento y a uno
le gustaría. Quieras o no, uno se mide. Los dos clubes están muy bien, pero
esta es mi realidad de hoy en día. Lo que más me importa es que le vaya bien a Boca.
-¿Pensaste mucho
antes de dejar Hebraica?
-Sí, es difícil irte
de tu lugar de siempre, donde están tus amigos, pero la Selección me abrió
mucho la cabeza, así que… qué mejor que seguir aprendiendo de este deporte y
hacerlo en un club de los mejores, como lo es Boca.
-¿Cómo ves al
equipo?
-Está bien, muy
firme. Sentimos la falta de Gonza (Abdala) y Kiki (Vaporaki). El equipo los necesita.
Pero estamos entrenando un montón y encontrando el nivel que queremos. La
última semana nos tocaron tres partidos juntos y supimos resolverlos. Estamos
tranquilos y contentos.
-Y en lo personal,
¿cómo estás?
- Vine a aprender, a
jugar y a ganar. Esas tres cosas se están dando. Así que estoy feliz.
-¿Tu momento más
feliz en el futsal fue el título mundial?
-Sí, eso fue algo
único e irrepetible. El Mundial me cambió la vida. Estoy con otra mentalidad.
Quiero profesionalizarme en este deporte que me encanta. A la Selección y a Boca
les voy a dar todo.
-¿Fuiste uno de los
que menos notas dio después del Mundial?
-Es verdad, no soy
de dar tantas notas. Yo la llevo muy tranquilo, muy por adentro. No exteriorizo
tanto, pero el goce está intacto.
-¿Lo viviste aún con
mayor nerviosismo que Sarmiento, el arquero titular?
-No sé que le habrá
pasado a Nico por la cabeza. Seguramente, a todos nos pasó de todo. Pero sí,
nervios hubo. Desde el primero hasta el último día. Después de cada partido, me
iba con dolor de cabeza. Estábamos muy metidos los 14. Yo no sabía si en algún
momento iba a tener que entrar o a hacer lo que fuera necesario.
-El hecho de haber
sido convocado cuando tu trayectoria internacional no había sido tan extensa, ¿significó
una sorpresa?
-Con Diego
(Giustozzi) lo hablé a principios del año pasado. Él dijo que estaban Nico y Mati
(Quevedo) y que habría un lugar. Durante meses me entrené, tratando de
adaptarme al juego que él quería. Creo que lo hice bien y la devolución fue la
de llevarme. Finalmente jugué tres minutos, que fueron tres minutos soñados. Y
tengo ganas de ir por más; si hay una nueva convocatoria el objetivo es el de
atajar y demostrar que uno puede estar a nivel.
-¿Qué vislumbrás para tu carrera?
-Vivo mucho el día a
día y aspiro a lo máximo. La verdad que mi meta es la de salir campeón de AFA.
Así que por ahora, vamos por eso.
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