PERMÍTANME ESTA REFLEXIÓN. Pareja despareja
Durante su infancia y adolescencia, la esposa había estudiado en colegios
religiosos. El marido, no. En esta etapa de sus vidas, se daba algo extraño. Él,
que durante mucho tiempo tuvo dudas con respecto a la existencia de Dios, ahora
afirmaba ser un hombre de fe. Ella, en cambio, era la que estaba con dudas,
aunque tampoco le interesaba hacer nada para quitárselas. ¿Por qué existía esta
aparente contradicción?
Mucha gente conoce a Dios sólo superficialmente. Por lo que escucha por
ahí, por lo que percibe viendo televisión o leyendo... También, porque se arma
de una idea equivocada cuando en vez de conocerlo a través de Su Palabra
incorpora enseñanzas que distorsionan Su mensaje de amor y justicia. Este era
el caso de la esposa de este matrimonio y el de tanta gente, que luego de
recibir instrucción “religiosa” obligatoria, se aleja de Dios, al ya no tener que
estudiar forzosamente estos temas.
En cambio, el esposo, ya superada su adolescencia, había sentido la
necesidad de buscar a Dios por sus propios medios. Y fue comprendiendo que la
mejor manera es ir directo al lugar donde el Señor dejó asentado aquello que
deseaba transmitirle al ser humano. En ese lugar, la Biblia, encontró un
mensaje rebosante de paz, amor y justicia. Un mensaje libre de intermediarios y
contaminantes que en vez de favorecer una armoniosa comunión con nuestro Creador,
la desalientan.
Un sustento bíblico:
Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor.
El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 1 Juan 4:16.
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