julio 30, 2022

CUANDO NUESTRO DIRECTOR NO HABLA DE FUTSAL

SUPERFICIALIDAD VERSUS CORAZÓN

Durante la infancia y la adolescencia se empiezan a establecer los valores que a las personas marcarán a lo largo de su vida. A esa edad, ¿a qué se le da más importancia? En la escuela primaria y secundaria, donde los chicos pasan gran parte de su tiempo, se les presta atención a los que sacan notas altas, a los más atractivos físicamente, a los más simpáticos y extravertidos, a los más hábiles en juegos y deportes... Y también a los que más dinero o bienes materiales tienen.

Sí bien en la teoría puede sonar feo decir que estas cualidades dan mayor nivel, ¿quién negaría que en la práctica, la sociedad se rige por estos valores? Lo externo y lo superficial -cuando somos chicos- prevalece por sobre lo que hay en el corazón o en el interior de las personas, y siendo adulto, es difícil que la sociedad pueda modificar estos modelos. Por eso, en función de los valores que se priorizan, no es extraño que tengamos un mundo abrumado por las dificultades.

Hay algo, en cambio, a lo cual la sociedad le da importancia mínima o nula. Ese valor es la fe, que, paradójicamente, para nuestro Creador, es uno de los valores más grandes a los que pueda aspirar un ser humano. Las Escrituras aclaran que sin fe no se puede agradar a Dios. Para Él nada significan el dinero o el aspecto físico; si tenemos o no un auto o la marca de las zapatillas que usamos. Por eso, mediante la búsqueda de la fe y la obediencia, nuestra meta debe ser, sobre todo, complacer al que nos da la vida, nos ama y nos salva.

No caigamos en la tentación de entristecernos, acomplejarnos o fastidiarnos cuando nos parezca que no estamos a la altura de los valores del mundo. Y pensemos que nada de esto trae una felicidad duradera, mientras que esa paz que sólo el Señor es capaz de dar, sí podrá llenarnos de un gozo que no conoce de fronteras. Ni en esta vida ni en la eternidad.

Un sustento bíblico:

¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo del Mesías. Gálatas 1:10.

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