julio 23, 2015

¡HAY CAFE, CAFEEEE...!


"¿Quiere tomar algo, señor? ¿Un cafecito, una factura?"
La voz suave de la señora se entromete cada viernes en la reunión de delegados de la AFA. Con un carrito que arrastra pesadamente por los pasillos del edificio de la calle Viamonte, es la encargada de acercar sus refrigerios por los pisos de toda la Asociación. El futsal no es la excepción, por lo tanto, todo aquel que alguna vez concurrió a comprar la pelota o a programar, sabe de qué se trata.
En realidad, la señora está apenas hace algunas semanas en esa función, ya que se encuentra reemplazando a su padre, Ricardo, a quien por problemas de salud la tarea se le ha vuelto cada vez más complicada. El sí que es una verdadera eminencia en esa materia, dado que sirve café desde... ¡la época de Menotti en la Selección!
El Flaco fue quien lo hizo ingresar, recomendándoselo a Julio Grondona. "A Menotti lo conozco de Rosario", solía contar Ricardo, un "canalla" incorregible. ´Más de 30 años, entonces, lleva cumpliendo esa labor que contribuye a engrosar aunque sea un poco, la jubilación mínima que percibe . Hoy, con más de 80 primaveras, debe obligadamente cederle la posta a una de sus hijas. "Mi papá no anda muy bien, le duelen mucho las rodillas, por la artrosis, vio...", explica ella, mientras de reojo observa si alguien levanta la mano para solicitar un cortado o un mate cocido. "Las últimas veces yo lo acompañé. Veníamos juntos. Pero después ya se fue haciendo cada vez más difícil, porque se caía. Yo tenía miedo que se cayera en la calle y nos pisara un auto. Así que ahora se queda en casa. No le gusta nada, pero no queda otra".
Don Ricardo vive en La PAternal. Desde allí, cada día llegaba a un local cercano a la AFA. Cargaba su changuito con termos y facturas, y emprendía su laboriosa ronda por el edificio, donde muchos empleados y dirigentes esperaban con ansias su arribo cada tarde, para mitigar el vacío estomacal producido en horas de la merienda. "Hace poco lo vio un doctor de acá y le dio unos calmantes. Al principio andaba bien y hasta se hacía el loco. Pero después, le volvió el dolor. Esos calmantes le duran poco y nada. Ahora le dijeron que quizás haya que ponerle unas prótesis y así va a estar mejor. No sé, vamos a ver qué pasa. Ojalá resulte..."
La noche gana terreno y la concurrencia se va raleando: "Bueno, acá no pasa más nada ¿no? Me voy para otro piso. Hoy parece que va a sobrar un montón de mercadería. ¿Está viniendo poca gente no?"
La señora toma su carrito y se aleja por el pasillo. Tal vez, vuelva al día siguiente, con las mismas esperanzas de llevar algún ingreso extra al hogar. Allí la aguardará Ricardo. "Y, cómo te fue hija", querrá saber él, muy probablemente, y acaso sin resignarse a soltar la ilusión de un pronto regreso.

Don Ricardo en una foto del año pasado, cuando la dirigencia de UGAB a través de Patricio Knaudt, le obsequió una casaca del club.

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