Instantes de mucha preocupación se vivieron cuando estaba por finalizar la tercera de Allende-Huracán, en cancha de Pinocho. Solamente faltaban ocho segundos, momento en el cual Lucio Martinángeli, jugador visitante, cayó pesadamente al suelo, debido a una contingencia del juego. Su nuca impactó fuertemente el piso, a tal punto que el ruido del golpe se alcanzó a percibir en forma nítida en todo el gimnasio. De inmediato, fue atendido por el doctor Basílico, médico cirujano de la entidad local. Al ver que al principio no reaccionaba se temió por algo grave y la desesperación fue en aumento a medida que corrían los minutos y la asistencia médica no llegaba. Recién media hora más tarde se hizo presente una ambulancia del SAME y allí el alivio regresó, ya que el jugador también dio señales de estar mejor e inclusive sonreía a quienes trataban de darle ánimo.
Luego -inmovilizado ya por el cuello ortopédico- lo subieron a la camilla y antes de ser trasladado a un nosocomio de esta Capital, fue despedido con aplausos de los jugadores y el público.
Al reanudarse el partido, que estaba empatado 4-4, los equipos dejaron que corriera el reloj sin jugar el balón, y de este modo, todo terminó con los ánimos bastante más distendidos que lo que muchos hubieran imaginado pocos minutos atrás.
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