PERMÍTANME ESTE CONSEJITO. Huir de lo pintoresco a la hora de creer
Las cábalas son vistas hoy en día como algo pintoresco. Así y todo, gozan de gran consideración. Mucha gente no pasa por debajo de una escalera, intenta no cruzarse con un gato negro, se tira la sal por sobre el hombro si cae sobre la mesa… También están los que apoyan siempre el mismo pie al levantarse de la cama, los que cruzan los dedos, y así la lista podría seguir abarcando también la cantidad de cábalas menos populares y más personales. No sería extraño encontrar gente que dice no creer “en nada”, pero que sin embargo, realiza este tipo de prácticas en forma habitual. Tampoco sería raro, hallar personas que, afirmando ser muy creyentes en Dios, igualmente las hagan.
Sin embargo, la Palabra es clara: debemos poner nuestra confianza en Él, y no en objetos o ritos de origen humano. Si le adjudicamos un valor mágico a estas cosas, significa que estamos colocándolas a la par o por encima del que es Todopoderoso, lo cual implica una forma de idolatría. En la antigüedad, los pueblos endiosaban astros y estatuas. “No me ofendan; no se hagan dioses de plata o de oro, ni los adoren”, dice el Señor en Éxodo 20:23. Hoy nos pueden llegar a parecer ridículas aquellas prácticas paganas, pero ¿no estamos haciendo nosotros lo mismo al depositar nuestra fe en actitudes como tocar una madera, llevar un amuleto en el bolsillo o atar una cinta roja? A los ojos de Dios, seguramente haya tanto pecado en ellas, como en adorar a una estatua de bronce.
A la hora de confiar en algo que nos favorezca y nos resguarde del mal, se nos ha dado el recurso de la oración, a través de la cual tenemos acceso a Aquel que todo lo controla. Nuestra petición no llegará a buen puerto si tiramos monedas en una fuente. En cambio, si la llevamos hacia el lugar que corresponde, será escuchada y respondida, de acuerdo a la respuesta que Él considere beneficiosa para sus hijos.
Un sustento bíblico:
No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. Efesios 5:11-12.
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