PERMÍTANME ESTE CONSEJITO. Entender que no solo es si “algo grave” ocurre
Cuando aún no tenía muchos conocimientos de la Palabra de Dios, pensaba que ante la necesidad de dirigirnos a Él para hacer una petición, únicamente era válido pedirle cosas de extrema urgencia. Y si no existía gravedad ni grandes problemas, lo correcto era tratar de arreglárselas solo. Sin embargo, una vez que a través de las páginas de las Escrituras uno comienza a saber más acerca de Su pensamiento, también descubre que el Señor desea que en todo momento solicitemos Su ayuda, ya sea para las grandes cosas como para las pequeñas. Luego, Él obrará de acuerdo a lo que considere más beneficioso para sus hijos.
Esto de orar en toda circunstancia, también permite terminar con el concepto de que sólo sirve dirigirse a Él en un lugar puntual –un templo o una iglesia por ejemplo- o mediante un lenguaje especial. Aprendí que si bien para lograr una mayor intimidad con nuestro Padre es muy adecuando orar a solas en un instante de tranquilidad, Él nos escucha a toda hora y en todo lugar, tanto si formulamos una larga oración como si, apremiados por el tiempo del que disponemos, la petición es de lo más breve (por ejemplo, un simple “Señor, ayudame”). O si cuando más allá de un pedido, además –cosa muy importante- le agradecemos y lo alabamos.
Las ideas que tenía antes, se basaban en mi propia percepción. Al comprobar que la Biblia claramente decía algo distinto, terminé con este prejuicio, y también con otros. A veces, por desechar Su manual de instrucciones y aferrarnos nuestras opiniones en vez de consultar la suya, cometemos grandes equivocaciones. Pero a Dios gracias, Su Palabra sigue estando a disposición para que podamos volver al camino correcto si confundimos el rumbo.
Un sustento bíblico:
Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento. Colosenses 4:2.
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