mayo 28, 2020

LA HISTORIA DE LA SELECCIÓN - EL DEBUT MUNDIALISTA


La Argentina en Amsterdam, a punto de debutar en campeonatos mundiales. Parados: Alberto Carfagna, Adolfo Fagundez,  Rodolfo Tin, Fernando Lozano, Hugo Castañeira, Nicolás Hidalgo, Néstor Romero, Daniel Estrella (PF), Vicente De Luise (DT) y Fernando Larrañaga (AC). Hincados: Gabriel Valarín, Juan Carlos Ávalos, Eduardo  Santamaría, Ramón Álvarez y Alberto Ocampo.

La fecha de original del primer Mundial estaba, en principio, programada para 1988. Sin embargo, prevaleció la insistencia del país organizador para que la misma se corriera hasta enero del 99. De este modo, coincidiría con los festejos por el centésimo aniversario de la Federación Holandesa.
Nuestra Selección arribó a Amsterdam una semana antes del debut, el 29 de diciembre. Alojados en las instalaciones de la Federación -allí se hospedó la mayoría de los competidores- la delegación argentina realizó un austero brindis cuando dieron las doce del 31. Al día siguiente recorrieron la ciudad, aprovechando el día libre otorgado por el cuerpo técnico en aquel 1 de enero tan frío -era pleno invierno en Europa- como atípico para aquellos muchachos totalmente amateurs que, quizás todavía inmersos en un gran sueño, tomaron un avión hacia el Viejo Continente, con el fin representar al país.
El segundo día del año comenzaron las prácticas, con la mala suerte que varios de los supuestamente titulares, se contracturaron debido a la falta de adaptación luego de un viaje largo, el cambio brusco de clima y los nervios propios de jugadores totalmente amateurs.
Consecuencia de ello, el debut de esos futbolistas, que no entrenaron normalmente sino que hicieron trabajos especiales en la pileta del complejo, estuvo en duda hasta la misma mañana del partido con Canadá.

Pero en definitiva todos se recuperaron y aquellos días de incertidumbre culminaron con una sonrisa, ya que los canadienses opusieron una débil resistencia y fueron vencidos 3 a 1 por una Argentina sólida, que contó con una soberbia actuación de Hidalgo, autor de dos de los tres  tantos.
La jornada siguiente puso enfrente otro adversario a priori accesible. Japón no parecía ser un problema, sobre todo cuando rápidamente la Selección consiguió dos goles que lo acercaban a la clasificación. Pero a partir del descuento japonés en el segundo tiempo, un susto mayúsculo recorrió el cuerpo de cada uno de los argentinos presentes en el estadio. Los velocísimos nipones, agrandados por aliento del público holandés,  que claramente se había volcado a favor del más débil, encerraron a la Selección contra su arco. El arquero Carfagna intervino entonces en reiteradas ocasiones, atajando y recibiendo los pases de sus compañeros (todavía no se había dictado la regla que impedía hacer esto). La presión japonesa, no obstante, no fue suficiente para vulnerar la estructura defensiva contraria y, los dos valiosos puntos que nos colocaban en la segunda fase, quedaron a salvo.

Con la clasificación asegurada, llegó Bélgica, que también ya había pasado de ronda producto de dos triunfos. Para preservar las energías de los titulares, el técnico  dispuso el ingreso de integrantes del plantel que no habían tenido tantas chances de jugar. Uno de ellos, Ramón Álvarez, señaló el único gol ante los belgas (fue el empate parcial), quienes luego se quedaron con la victoria y el primer puesto del grupo. Una desagradable sensación se instaló en el grupo a partir de aquel partido: más allá de la derrota, todos lamentaron la grave lesión de Tin, quien en una jugada sin importancia, sufrió una terrible fractura en su pierna derecha, debiendo volver  al país  a los efectos de ser operado.
La segunda instancia puso en el camino a tres rivales complicados. Estados Unidos era el primero y aparecía como un equipo impredecible. Por un lado no figuraba en cacha de once, pero al mismo tiempo sí tenía antecedentes en un intrincado fútbol rápido disputado en su país, del cual exhibió algunos elementos en este Mundial. Los buenos resultados que cosechó -obtuvo el tercer lugar- lo condujeron a ser considerada la gran sorpresa y a que algunos le pronosticaran un futuro de potencia mundial, especialmente tras el triunfo con sabor a batacazo que consiguió contra Brasil. Pero con el transcurso de los años se fue desdibujando, sin poder confirmar aquellas expectativas.
En segundo lugar, los verdeamarelhos ya mostraban signos del poderío que los llevaría a ser tricampeones, y era el único rival que la Argentina era consciente de que sería casi imposible poderlo superar.
Por último, existían esperanzas con respecto a Paraguay, selección que si bien era fuerte en fútbol de salón, con las nuevas reglas del futsal, había caído ante nuestra Selección poco tiempo atrás.
A la hora de la pisar el campo de juego, los cálculos optimistas le dejaron su espacio a los más realistas y tres derrotas implicaron un rápido retorno a casa. Estados Unidos, seguramente el partido clave para mantener en alto las ilusiones, se despachó con un 3 a 1 sin objeciones. Por más que Ávalos logró la apertura de marcador, en el segundo tiempo los norteamericanos tradujeron su dominio con tres goles para dar vuelta la historia. La mala racha de lesiones graves no se detuvo. Ahora era Lozano quien padeció rotura del talón de aquiles. “Puré” permaneció en Holanda, pero obviamente quedó marginado de la competencia.
La segunda caída era predecible, frente a un futuro campeón que además estaba consagrando a Beto como el mejor jugador del mundo.

Ya eliminados, el ajustado revés ante los paraguayos sólo sirvió para determinar las posiciones. Aquí, otra vez la Selección se encontraba en ventaja (vencía 3 a 2) pero el partido cambió de manos cinco minutos antes del final. De haber ganado, probablemente la Argentina hubiera escalado alguna posición por sobre el octavo puesto que en definitiva obtuvo, aunque la verdad ya había sido escrita desde la frialdad de las estadísticas. Al margen de ellas, el propósito de empezar a sumar experiencia en el terreno internacional ya estaba satisfecho, en lo que fue el inicio de un largo recorrido por las canchas del mundo.
Un párrafo del periódico “FIFA News”, publicado tras la Copa del Mundo, decía textualmente: “Paraguay se franqueó muchas simpatías el día de la apertura, con bonitas jugadas técnicas, aunque en la segunda vuelta no pudo más imponerse y quedó eliminado igual que la Argentina, en cuyo equipo no todos los jugadores mostraron el nivel atlético que requiere un torneo mundial”.


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