No fue campeón. Pero sin dudas, dejó una marca. No jugó el futsal clásico del que gustan los tradicionales cultores de este deporte. Pero de lo que tampoco hay dudas, es de que en su momento, todos hablaron de este equipo, que venía de ascender de Segunda en 2001, y rápidamente se calzó el traje de protagonista en los torneos siguientes.
El técnico era Luis Lavezzi aunque su hijo Fernando, era el verdadero estratega del equipo dentro de la cancha. Además, era un espectacular goleador que ya de grande (pues había jugado fútbol de campo) tuvo la satisfacción de ser convocado a la Selección para la Copa Latina disputada en Brasil en 2002. Su hermano Leonardo -que actuaba en posiciones defensivas- y un excelente ala como Leo Giménez constituían el punto apoyo que precisaba Fernando arriba. Pero lo que realmente cabe destacar, es la frescura de un par de pibes que empezaban a dar que hablar: Pablo Belsito y Alan Calo. El primero, longilíneo y de enormes zancadas, muy pronto se ganó un lugar en el Lavezzi team. No pasó mucho tiempo para que -cuando Christian Meloni le echó el ojo- pasara a la Selección juvenil, a Ferro, y de allí, saltara a un torneo italiano en el que aún hoy se desempeña.
El otro, era un jovencísimo Alan Calo, cuyo talento lo condujo a brillar por varias temporadas en el Carcelero, hasta que en 2008 se lo llevó Pinocho, donde sigue siendo una figura de gran nivel.
Fernando Tartaglia -venía de Racing y UGAB- era el arquero, y también había otro promisorio valor de las inferiores, que por diferentes razones (las lesiones jugaron un papel preponderante) no continuó con su carrera: Laureano Sanvitale.
En el resto del equipo, se alternaron durante varias temporadas otros jugadores, aunque en un rol más secundario. Uno de ellos fue el legendario Adrián Rinaldi (el último de la fila inferior) que tras una extensa campaña en Racing, desembarcó en Lamadrid en base a su amistad con los Lavezzi, y que luego regresó a la Academia para finalizar su carrera.
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