"No, hoy no hay partido, está todo suspendido". La explicación del portero del Parque Sarmiento sonó como un mazazo. "Pero, ¿estás seguro?". Es que el hincha no se quería resignar a que esa noche, tuviera que irse a casa sin ver el partidazo que prometían Kimberley y Pinocho, el líder del torneo y uno de sus perseguidores más encarnizados. Por eso, volvió a preguntar: "¿Pero cuál es el motivo?". Desde su cómodo asiento, el empleado disparó: "Se cortó la luz en todo el Parque".
El hincha tragó saliva y se quedó un momento sin palabras. Contempló el portón de entrada, comprobando que la iluminación en el sector del acceso era perfecta. Sin embargo, la intervención del portero no dejó lugar a más dudas: "Se acaban de ir los árbitros, ya firmaron la planilla de la tercera". Faltaba todavía una hora para el comienzo de la primera, aunque era evidente que también el cotejo principal estaba suspendido. El hincha, todavía absorto y desorientado, a raíz de la intensa iluminación que había en la entrada, echó un vistazo hacia adentro del Parque y, efectivamente, se dio cuenta que era verdad: en el interior, la oscuridad era total.
De manera que, suspiro de resignación mediante, saludó atentamente y volvió tras sus pasos. Haciendo el camino inverso, pasó por el gimnasio donde debía haberse jugado el encuentro, aunque por la parte exterior del complejo.
El negro silencio de la noche reinaba una la soledad que era impensada un rato antes, cuando nadie imaginaba que lo que tenía que haber sido una multitud fervorosa esperando el gran partido de la semana, quedaría reducida a la desilusión de un atardecer sin ruido a futsal.
La prueba fehaciente de que en el Parque Sarmiento no se podía jugar: en el portón de acceso había luz, pero a los alrededores y adentro, la oscuridad era total.
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