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LO QUE HAY QUE SABER
junio 01, 2020
LA HISTORIA DE LA SELECCIÓN - HONG KONG '92
En el partido inaugural, la formación argentina posa para los fotógrafos en el imponente estadio mundialista. Parados: Socorro, Valarín, Ferraris, Sposaro, Fiele, Díaz y Carfagna. Hincados: Ávalos, Giménez, Sosa, Romero y Parrilla.
Del otro lado del mundo transcurrió esta nueva incursión argentina en el futsal internacional a la que, al igual que en el Mundial anterior, se llegó casi sin haber tenido chances de jugar contra otras selecciones. Por lo tanto, la experiencia de nuestros muchachos en materia de roce internacional seguía siendo casi nula.
No obstante, los compromisos iniciales arrojaron resultados positivos, haciendo ilusionar al plantel albiceleste. Una clara victoria frente a Nigeria fue el primer paso, inmediatamente después de la ceremonia inaugural y ante el lleno total del imponente estadio utilizado para la apertura. La mayor técnica prevaleció ante los rudimentarios africanos, en un trámite donde especialmente Valarín se encargó de realzar la jerarquía del fútbol argentino, jugando un partido extraordinario y convirtiendo cinco goles para, al día siguiente, salir fotografiado en los diarios locales. La nota amarga, fue la seria lesión que a los pocos minutos sufrió Carfagna, víctima de un fuerte rodillazo que un nigeriano, en una jugada desgraciada, le propinó en la cabeza.
Su reemplazante, el “Facha” Socorro, cumplió una buena actuación, tanto contra Nigeria como en la segunda fecha con Hong Kong. Un ajustado triunfo consiguió la Argentina enfrentando a los locales. Tras la ventaja parcial que consiguieron estos, llegó el empate de Giménez y en el principio de segundo tiempo, el desnivel de Ávalos. La Selección, con todo el público en contra, terminó por agradecer la pitada final, que por otra parte significó el pasaje a la segunda vuelta.
En tercer turno, se sumó el tercer éxito consecutivo derrotando a los polacos -que también se hallaban clasificados- en un partido en el cual la Argentina siempre estuvo adelante en el marcador. Con puntaje ideal, en la próxima ronda nos esperaba una zona difícil: Brasil, Estados Unidos y Holanda. Casualmente, los dos primeros rivales coincidían con la segunda etapa del Mundial anterior.
Contra adversarios más poderosos, la Argentina mermó su rendimiento y el aspecto físico, acaso también haya ejercido una importante influencia. Eso se notó ya en el primer encuentro, con Holanda. Por intermedio de Ferraris, la Selección se había colocado en ventaja. Pero la base atlética más sólida de los holandeses y su mayor efectividad hicieron lo suyo, dejando sin nada a la Selección. Un minuto después del gol de Mauricio, llegó el empate y luego los tantos restantes para colocar el 4 a 1 inapelable.
Al día siguiente, se repitió la historia del Mundial anterior: Brasil nos propinó el golpe de nocaut que implicó la eliminación inmediata. Los verdeamarelhos no tuvieron contemplaciones ante un equipo disminuido física y anímicamente, que sucumbió sin atenuantes ante su supremacía.
Por último, un Estados Unidos que necesitaba imperiosamente ganar para seguir adelante, tampoco se apiadó de la Argentina.
La vuelta a casa era inminente. Había que empezar a pensar en España 96.
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