La Selección arribó al país centroamericano con una premisa fundamental: había que superar sí o sí la pobre clasificación en España 96, Mundial en el que la Argentina quedó al margen en la primera ronda. De aquella experiencia en tierras hispanas, quedaban seis sobrevivientes: Javier Guisande, Rodrigo Petillo, Leonardo Magarelli, Leandro Planas, Mariano Tallaferro y Carlos Sánchez. Ellos conformaron la base del plantel, al cual se sumaron algunos jóvenes de futuro alentador, como Hernán Garcías, Diego Giustozzi, Esteban González y Fernando Wilhelm, en este último caso, una enorme promesa que acababa de cumplir 18 años.
Existía una diferencia con respecto a la anterior Copa del Mundo: en 1998, un marcado éxodo comenzó a producirse hacia Europa y la mayoría de los futbolistas argentinos se encontraba haciendo sus primeras armas en el profesionalismo italiano.
El sorteo determinó que en la zona albiceleste, hubiera rivales con grandes diferencias entre sí: uno muy poderoso -España-, el otro completamente débil -Cuba- y el restante -Irán-, el que en las consideraciones previas sería el que se disputara con la Argentina el pasaje a la siguiente ronda.
Por lo tanto, el estreno, justamente contra los iraníes, sería clave, y la Selección salió bien parada del mismo. Eso sí, el triunfo por 2 a 1 requirió en gran esfuerzo frente a un complicado adversario que se puso en ventaja y se retiró al entretiempo ganando por 1 a 0. Pero en el complemento, los goles de Mónaco y Sánchez permitieron dar vuelta el marcador, si bien sobre el final todavía hubo que sufrir el asedio iraní. Aquí, fue Guisande el que se lució al contener dos tiros de sexta falta.
La segunda fecha ponía en el camino a Cuba. Aparentemente, sólo se trataba de un trámite, aunque la obligación de ganar como única opción, le metió presión a nuestros compatriotas, quienes no obstante lograron el objetivo planificado: triunfar y clasificar para la siguiente instancia. La actuación ante los cubanos no dejó a todos conformes, sobre todo por un flojo primer tiempo que terminó 2 a 1. En el complemento la reacción llegó, lo mismo que la goleada y la clasificación.
Con la continuidad en el Mundial asegurada, apareció en el camino la fuerte escuadra española. Pese al 0-3, muchos creen que la Selección jugó su mejor partido de la Copa frente al que sería el futuro campeón. El marcador fue incierto casi hasta el final. A cuatro minutos del mismo, la Argentina caía 1 a 0, instante en el cual malogró una clara situación de gol. De inmediato, España señaló dos goles más, definitivos y lapidarios.
La segunda fase le deparó al equipo de Larrañaga un grupo difícil, pero no inaccesible: Brasil, Rusia y Egipto. Descontando que los vecinos ganaran todos los partidos, había que pelear con las otras dos selecciones el pasaje a la semifinal. En los cálculos previos no era descabellado ni mucho menos, pero la dura derrota contra los rusos achicó muchísimo las chances.
A los dos minutos, la Argentina ya se había puesto en ventaja por intermedio de González. Luego, erró varios goles más, cosa que no hicieron los rivales y pasaron al frente en el tanteador al término del primer tiempo. Cuando faltaban 57 segundos para el final del partido, la Selección aún perdía por 3 a 1, pero en ese lapso fatal, llegaron los otros cuatro goles de los rusos, que de contragolpe explotaron la desesperación de un equipo que se había lanzado con todo al ataque, en busca del descuento que jamás llegó.
Luego de ese increíble traspié, llegó la sombra brasileña amenazando con su golpe de nocaut. La lógica se dio, en la forma de un 2-0 parcial a favor de Brasil. Sin embargo, Mónaco descontó y estuvimos cerca del empate ante un adversario que por cinco minutos entró en estado de nerviosismo. Hasta que faltando un minuto, un shot de Fininho estableció el 3-1 y enseguida vino el cuarto.
A pesar de las dos derrotas iniciales, la Argentina arribó al tercer encuentro con mínimas posibilidades, ya que Egipto había vencido a Rusia 6-4 y una combinación de resultados podría depositarlo en la semifinal. Ahora, había que golear a los africanos y esperar que Brasil hiciera lo propio con los rusos.
De todas maneras, todos eran conscientes que la misión sería muy difícil, ya que en la tabla existían trece goles de diferencia en contra de la albiceleste. Un 9-0 para Argentina contra Egipto y un 5-0 de Brasil contra Rusia, por ejemplo, hubieran sido resultados ideales, pero, efectivamente, era muy complicado...
En un partido de alternativas muy cambiantes, la Selección logró imponerse con lo justo, aunque el 4-3 obviamente, no le alcanzó y clasificó Rusia, que cayó 6 a 2 ante Brasil. De no haber perdido por tanta cantidad de goles con los rusos, quizás otra hubiera sido la historia. Pero claro, ya era demasiado tarde para lamentarse.
FOTO: La formación con Brasil. Parados: Fernando Wilhelm, José Mandayo, Rodrigo Petillo, Leandro Planas, Juan Pablo Segura, Carlos Sánchez y Leonardo Magarelli. Hincados: Marcelo Giménez, Hernán Garcías, Augusto Mónaco, Mariano Tallaferro, Diego Giustozzi y Esteban González. Sólo falta Guisande, expulsado en el partido anterior.
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