enero 30, 2021

CUANDO NUESTRO DIRECTOR NO HABLA DE FUTSAL

Mirar nuestro corazón.

 Las desgracias que ocurren en el mundo suelen dejarnos impresionados. Atentados, guerras, odio, violencia, desastres ecológicos… Mucha gente se pregunta: "Si es que Dios existe, ¿cómo suceden estas cosas?". La respuesta, sin embargo, habría que buscarla mucho más cerca: en el propio ser humano.

El Señor no hizo al hombre como un robot para manejarlo a su antojo, sino que le dio poder de decisión. Luego, el hombre le dio la espalda a su Creador, e ignorándolo, también decretó su propia caída y el descalabro de un mundo sumido en dificultades cada vez más graves.

Entre las normativas que a través de los profetas Dios nos ha dado, hay un principio básico para la convivencia: ama a tu prójimo como a ti mismo. Lo que equivale a decir, "no le hagas a otra persona lo que no te gustaría que te hagan a vos". Si el ser humano tan sólo respetara este mandamiento, ¿cuántos problemas menos tendría este planeta?

Sin embargo, en general, la elección parece ser la del desprecio hacia todo lo que viene de parte de Dios. Esta reflexión se adapta a lo individual, lo colectivo, lo gubernamental, etc. Antes de llevar a cabo cada uno de nuestros actos, ya sea de hecho o de palabra, ¿no convendría pensar si al hacerlo, no estaremos perjudicando a otra persona, y si la respuesta es positiva, detenernos a tiempo?

Por eso, en lugar de culpar a Dios, qué mejor que revisar si no es nuestro estado de rebelión en contra de Él, lo que nos está trayendo problemas.

 Un sustento bíblico:

 Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. (Marcos 12:28-33).

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