Sebastián Carrizo, DT de Los Andes
-Cuando entramos al club nos encontramos con un plantel desmoralizado, producto de tres años no muy buenos. Lo que tratamos de hacer es empezar a emprolijar la cosa. Encontré un equipo sin conocimientos, y decidimos arrancar por inculcar compañerismo, respeto, ese tipo de cuestiones ante todo.
-¿Tus expectativas se ajustan a la realidad?
-Sí, porque los dirigentes nos dieron libertad para trabajar. Todo lo que les pedimos, nos lo dieron: indumentaria, materiales. Lo único que falló fueron los resultados, lo que no dejaba de ser comprensible, dada la inexperiencia de de los jugadores. Pero estoy conforme porque este es un proyecto serio.
-¿Qué opinión tenés de Giannico, tu antecesor?
-Lo que puedo decir de Daniel es que me lo he cruzado el año pasado en AFA y en un cuadrangular del Sur. Nunca hemos tenido ningún problema. Sé que le ha dedicado mucho tiempo a la actividad. Algo muy parecido a lo que nosotros hacíamos en Temperley. Es decir, encargarse de todo. No tengo trato con él, pero sí buenas referencias.
-¿El proyecto lo presentaste vos en Los Andes?
-Me llamaron los dirigentes. Me conocían porque trabajé el año pasado en Temperley, donde el asunto no terminó como yo quería. Tuve una reunión con el presidente y la Comisión de Futsal y así concretamos.
-¿No te encargás de toda la actividad, como en Temperley?
-No, con mi cuerpo técnico estamos en primera y tercera, nada más. El resto lo maneja gente que en 2012 estaba con Daniel. Antes me ocupaba hasta de barrer la cancha. Por suerte, ahora estoy mucho más tranquilo. Uno no puede hacer todo. No es serio ni sano.
-¿Antes pensabas que sí podías?
-Creí que podía abarcar también la parte dirigencial, pero me di cuenta de que es un grave error.
-¿Te arrepentiste?
-No, todo lo que hice, fue porque tenía ganas. Mi familia me dio una mano muy grande. Si tengo que arrepentirme, es por algunas cosas que les tocó sufrir a ellos. Más allá de eso, lo que sucedió fue un tema futbolístico.
-¿Por qué hacés hincapié en tu familia?
-Porque cuando les faltan el respeto, ya no hay vuelta atrás y uno tiene que dar un paso al costado. Ellos (N. de la R: sus padres) me ayudaban incondicionalmente, sin ningún interés; colaboraban económicamente y hasta hacían la planilla del partido. Yo me bancaba cualquier cosa, pero el día que se metieron con mi familia, decidí irme.
-¿Qué significa concretamente faltarles el respeto?
-No quiero entrar en detalles, pero los que entienden de esto saben que empieza por un tema económico y termina trasladándose a lo personal. No tenía ganas de irme, pero dije basta.
-¿Cómo te dio el balance económico?
-Negativo. Si vos no tenés un sponsor ni el apoyo del club, siempre será así. Igual, yo sabía lo que hacía y de no mediar esos inconvenientes, hubiese terminado el año normalmente, sin tener que dejar mal parada a una institución ni a mi propio currículum.
-¿Tenés más enemigos tras aquella experiencia?
-No, solo gente que piensa diferente y con la que no comparto su ideología. Pero no le guardo rencor a nadie. Este ambiente es muy chico y quizás en algún momento volvamos a cruzarnos. Si es así, no sé qué pasará. O los saludaré o miraremos para otro lado.
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