En una de sus tantas incursiones por las canchas del futsal, uno de nuestros cronistas se topó, en su recorrida por la calles de Buenos Aires, con este humilde trabajador. En el trayecto junto al Cementerio de la Chacarita, grande fue la sorpresa del periodista al ver en uno de los numerosos puestos de flores, la figura inconfundible de Diego Cabral. Por supuesto, nuestro hombre se detuvo para entablar una conversación con el emblemático jugador de San Lorenzo, quien muy amablemente contó que ese era su puesto de trabajo desde hace muchísimos años. El Chino agregó que todos los días -con excepción de un franco semanal- llega al puesto a las seis de la mañana, para irse recién a las cinco de la tarde. De allí, un pequeño descanso y a entrenar bajo las órdenes de Oscar Trama. Detrás del Chino, vemos a su señora madre, que guarda las cosas para irse a casa, mientras una de las tantas entradas al gigantesco cementerio oficia de mudo testigo. Esta nota de color podría parecer superficial. No obstante, la subimos al blog con el afán de demostrar que en estos tiempos donde el futsal parece estar saliendo de su letargo y asomarse tímidamente hacia un terreno más profesional, la mayor parte de sus protagonistas aún debe trabajar duro en otros ámbitos para poder llevar el pan a sus hogares. Y si no, que lo diga el "pobre sacrificado" del Chino Cabral...
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