octubre 26, 2020

EN FURGÓN A CASEROS, LA NOCHE DEL ASCENSO DE MODELO

 

Villa Modelo, el día de su primer ascenso a la A.

 

A lo largo de mi actividad periodística en el futsal, mi periplo por las canchas se valió de viajes en diferentes medios de transporte. El tren y sobre todo la bicicleta, eran mis preferidos. Y a veces, debía combinarlos. Esto se daba por ejemplo, cuando asistía a los partidos programados en el Cedem de Tres de Febrero, cercano a la estación Caseros del Ferrocarril San Martín. Allá por 1998, los encuentros televisados pasaron de la sede de Platense, hacia este gimnasio, más amplio y con un estadio de dimensiones más grandes. Debido a la modificación han sido unos cuantos los viajes que realicé hasta Caseros, subiendo con mi bicicleta al furgón, a partir de la estación La Paternal.

Uno de los partidos en los que recuerdo haber hecho esto, fue el que sostuvieron Villa Modelo y Juventud Unida, por la final del octogonal ’98. Los rojinegros ganaron y subieron a Primera, como el segundo equipo ascendido, detrás de San Lorenzo, que había sido campeón. Después del encuentro, tras haber hecho notas a protagonistas de los planteles, tuve la gran alegría de que un jugador de Juventud Unida –si mal no recuerdo su apellido era Chacón- me obsequió su pantaloncito con el escudo del club y el número cuatro. Muy contento, en medio del silencio de esa noche veraniega, recorrí en bici las aproximadamente ocho cuadras que separaban el gimnasio de la estación. Esperé el tren, subí al furgón y emprendí el regreso, nunca desprovisto de esa cuota de tensión que denotaba el viaje.

Confieso que me preocupaba un poco el hecho de hacer estas travesías por Capital y el Gran Buenos Aires, por el potencial peligro que podrían llegar a implicar. Durante los viajes de ida, en el anochecer, tenía la compañía de numerosos pasajeros, pero las vueltas, cerca de la medianoche, eran mucho más solitarias. Así y todo, creo que estas circunstancias nunca me detuvieron. ¿Por qué? Hay dos o tres hipótesis: las cosas allá por los Noventa estaban menos “picantes” que en estos tiempos, o a los veintitantos años, era yo el que estaba más predispuesto a correr este tipo de riesgos, que según hoy entiendo, eran absolutamente innecesarios, o bien, seguramente, una combinación de ambas.

No hay comentarios: