agosto 15, 2016

“No hay nada más lindo que jugar para el club que me vio nacer”


Matías Rosa, rodeado por su papá Antonio y su hermano Nicolás.

Matías Rosa no sólo jugó en la primera de América y concurre a todos los partidos del equipo del Parque Avellaneda. Además, va a ver sus divisiones menores. “Es hermoso, me hace acordar a cuándo yo jugaba en inferiores. Siempre trato de ir a ver sobre todo la cuarta y la quinta, que son dirigidas por mi amigo el Galle Rodríguez”, asegura.
El jugador del calcio y de la Selección, combate la ansiedad
tratando de estar la mayor cantidad de tiempo posible con la gente de su club. Así, aguarda el trascendental momento en que Diego Giustozzi dé a conocer la nómina del plantel que viajará al Mundial de Colombia. De este y otros temas habló con La Voz del Futsal:
“Cada vez que vuelvo al país, pido jugar. No hay nada más lindo que eso, ponerme la camiseta del club que me vio nacer. Quizás en Italia tengan un poco de miedo de que me lesione, pero igual entienden y saben lo que es América para mí. Por eso me apoyan en la decisión”.
“A Italia no sé cuándo regreso. Depende de lo que pase con la Selección. Si no quedo en la lista del Mundial, el 26 de agosto tengo que estar allá. Este año jugaré en el Pescara, un nuevo desafío. Estoy con muchas ganas”.
“A Italia llegué en 2014 para jugar en la serie A2 con el Montesilvano. Ascendimos y después jugué toda una temporada en la Serie A. Este será mi tercer campeonato, y también en la máxima división. Al principio pensaba que sería difícil y la verdad que me costó: extrañé y no sabía hablar bien el idioma, pero logré adaptarme gracias a compañeros y dirigentes que me apoyaron un montón”.
“Le estoy muy agradecido en especial a uno de mis compañeros, de apellido Di Rissio. Es un chico de mi edad, que vivía conmigo. Me ayudó con el idioma y con todo. Justamente el Pescara también lo compró y seguiremos viviendo juntos. A Lucas Francini y a André, otro amigo italiano, también les debo muchísimo por todo lo que hicieron por mí”.
“Allá generalmente jugábamos los sábados. Luego, la costumbre era la de ir a comer todos juntos e ir a tomar algo a unos barcitos. Mucho el boliche para ir a bailar allá no se usa. ¿Novia? Sí, pero en Argentina. La conocí el año pasado, casualmente también en mis vacaciones. A pesar de que volví a viajar, seguimos hablando y nos vimos nuevamente unos días en enero. Y ahora que estoy acá otra vez, mucho mejor. Puede ser que este año venga a visitarme. ¿Casamiento? No, por ahora nada”.
“A mi hermano Nicolás, que ya debutó en la primera de América, lo veo muy bien, muy maduro. Me pone contento su progreso. Tiene mucho para aprender y sus ganas, son increíbles. Le diría que tiene que seguir aprendiendo y tomarse esto en serio, porque es un deporte muy lindo. Desde que hace tres años me vio debutar en primera, me pregunta por los partidos, los entrenamientos... Y ahora que le toca a él lo tiene que disfrutar y aprovechar su momento. Cuando debutó le dije que entre tranquilo y no se sienta obligado a hacer dos o tres jugadas para que todos digan que es un fenómeno. Tiene que ir de a poco”.
“Si las cosas le van bien, me gustaría que pueda vivir de esto, cómo hoy me sucede a mí. Lástima que si algún día se llega a ir afuera mis viejos lo van a sufrir, sobre todo mi mamá. Ella me extraña un montón. Mi papá se la banca más porque sabe lo que sentimos nosotros por este deporte. Igual en sus vacaciones todos me vienen a visitar y se quedan conmigo unos cuantos días. Eso es algo muy lindo”.
“Mi papá, Tony, es un ejemplo para el club y para mí. Se lo digo a todo el mundo. Lo veo como un espejo y de grande quisiera ayudar a América así como lo hace él”.
 “Con la Selección estamos entrenando muy bien. Somos bastante unidos, a mí me recibieron bárbaro, con muy buena onda. Sé que tengo que seguir entrenando al cien por ciento para poder quedar en la lista. Hay un poco de nervios, siempre persiste esa duda de si quedás o no. Pero igual me tengo mucha confianza como para viajar al Mundial”.

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