Permítanme este consejito: Mirar un poco más allá
Una vez escuché un programa de radio, donde un famoso conductor confesaba no entender “cómo puede ser que Jesús haya sido judío”. Veía en esto una gran contradicción, de acuerdo a las persecuciones que históricamente la colectividad había sufrido por parte de seguidores de Jesús. También a mí me costaba comprenderlo. Es que si bien sentía cierta curiosidad, nunca había tenido la inquietud de despejar mis dudas. Recién hace unos años, comencé a leer con atención las Escrituras, a partir de una impresionante revelación que tuve cuando atravesando un pésimo momento personal, pedí socorro y experimenté el auxilio de Yeshúa (Jesús) al instante.
Confirmé que nació en un hogar judío, que fue circuncidado al octavo día, que estudió, enseñó y guardó la Torra, que acudía asiduamente al Templo en Jerusalem, que amaba a su pueblo, que tuvo arduas disquisiciones con los religiosos de la época, que su mensaje de amor y salvación fue dirigido a los judíos, que Juan el Bautista era judío y que la gran mayoría de sus doce apóstoles, también lo eran. Descubrí que tuvo muchísimos seguidores más entre los judíos, que fue combatido por los dueños del poder religioso, y no por el pueblo completo.
Comprobé que Yeshúa jamás dijo que habría que perseguir a quienes no creyeran en Él y que a pesar del rechazo del judaísmo oficial, Dios no despojó a Israel de sus promesas. ¿Cómo se explican, entonces, la segregación y las matanzas que los judíos sufrieron a través de los tiempos? En las conductas humanas posteriores está la explicación. No en Yeshúa, sino en los que después de Su muerte y resurrección, distorsionaron Su mensaje, favorecido esto, porque no cualquiera, en la antigüedad, tenía acceso a las Escrituras. Cuando Su mensaje se difundió también más allá del judaísmo, como Él lo había demandado, el pueblo gentil que aceptó el evangelio pasó a ser mayoría. A la raíz hebrea del evangelio se le fue recortando su importancia y los judíos fueron combatidos durante siglos por quienes pasaron por alto, el amor que Él predicó como premisa.
La discriminación ha llegado hasta hoy, dando lugar incluso a interrogantes insólitos, como el del mencionado periodista, y el de tanta gente: “¿Cómo puede ser que Jesús haya sido judío?”. Yo mismo me lo pregunté, pero a Dios gracias, llegué a la verdad.
Un sustento bíblico:
Dijo entonces Yeshúa a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:31-32.
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