El arbitraje de la dupla Pate-Boquín no estuvo exento de cuestionamientos. En el último tramo del primer tiempo, por caso, una seguidilla de faltas a favor del visitante, elevó rápidamente la cuenta de infracciones (algo que fue muy protestado por el banco local) y Lamadrid contó con cuatro chances para convertir de tiro libre sin barrera. Pero increíblemente, ninguna de ellas (ejecutadas por Brundo) terminó en gol, debido a la figura del arquero Lamanna y la mala puntería del ejecutante.
El segundo tiempo creció en emotividad, en situaciones de gol y en incertidumbre. Pudo ser para cualquiera y también pudo ser empate. Pero por la mínima diferencia, fue para Lamadrid, que simplemente tuvo la virtud -y no es poco en este futsal tan equilibrado de hoy en día- de concretar una vez más que su rival.
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