La satisfacción reina en el banco local. El conjunto de Villa Pueyrredón acaba de vencer a América 11 a 7.
La alegría explotó en la sede de la calle Albarellos, con la goleada ante América consumada. Entonces, jugadores e hinchas se unieron en un grito atronador: “Ponga huevo, huevo 17/ ponga huevo, huevo sin cesar/ que este jueves cueste lo que cueste/ este jueves tenemos que ganar...” La consigna, iba dirigida hacia el clásico que ese día sostendrán Agosto y Pinocho, en el encuentro pendiente de la 9ª fecha. El Cedem será el escenario (los de Charly Fernández actuarán como locales) y también allí estarán las cámaras de Fox Sports.
Si de analizar el triunfo ante América se trata, hay que decir que Agosto fue un claro vencedor, por haber utilizado a la perfección una de sus mejores armas: el oportunismo para definir. Muy enchufado estuvo el equipo desde el arranque, y gracias a esa virtud a los 7’ ya ganaba 4 a 0, frente a un adversario errático, que no obstante pudo recomponer sus líneas y colocarse 3-4 a los 12’. Pero el local, repuesto del susto, usó nuevamente su contundencia y el primer tiempo terminó 6-3 a su favor.
En el segundo, su victoria nunca corrió peligro, pues nunca la diferencia entre ambos bajó de los tres goles. Las buenas actuaciones individuales (Rabuffetti, Rocha y Banegas fueron tres de los que más se destacaron), se complementaron con un sólido rendimiento colectivo –sobre todo en ataque-, lo que dio como resultado un triunfo tan cómodo como merecido. Por el lado de América, pagó caro el hecho de haber sufrido esas desconcentraciones que le costaron el 0-4 de los primeros minutos. Y cuando en base a garra y fervor se puso a tiro de empate, tampoco pudo aprovecharlo, ya que de inmediato su rival volvió a alejarse. Los del Parque Avellaneda no tuvieron una buena noche en el aspecto defensivo y además parecieron extrañar bastante al lesionado Vaporaki, que integró el banco pero recién estaría para jugar en la próxima fecha. América, si bien generó un buen número de situaciones de gol, careció del encargado de dar la estocada final, algo en lo que el goleador fueguino es especialista. Y en ese aspecto, tal vez, estuvo la gran diferencia entre los dos equipos. Porque Agosto, cuando llegó, no perdonó al pibe Arraya.
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