Gustavo Romero (derecha) junto al Chino Díaz, en el vuelo que trasladó a la Selección a Hong Kong, hace 23 años.
Fue un mazazo. Un trago amargo muy difícil de digerir. Gustavo Romero (el Guso o el Gusito, para los amigos) tenía sólo 46 años. Había jugado en Newell's, Rosario Central y la Selección. Fue mundialistaen 1992, cuando viajó a Hong Kong con el plantel argentino dirigido por Vicente De Luise y Fernando Larrañaga. La noticia, fría, expeditiva, habló de que un infarto lo dejó sin vida en su Rosario querido. Pero los que lo conocieron en la intimidad seguro quedaron atrapados en la impotencia y la consternación.
Romerito tenía un hermano mayor, Néstor, que había jugado en el Mundial anterior, el de Holanda 99, siendo una súper figura del fútbol de salón nacional. Lo del Guso había sido más modesto, pero sus condiciones también eran incuestionables.
Su último contacto con el futsal de AFA, más allá de sus tareas en la liga rosarina, que nunca cesaron, databa de 2005, año en el que hizo su experiencia como tétécnico junto a Gabriel Valarín, su compadre inseparable. En aquella oportunidad dirgieron a Central Córdoba, durante un par de temporadas. Las dificultades económicas no les permitieron continuar al frente del proyecto, y regresaron para dedicarse exclusivamente al futsal local. Desde aquel entonces su contacto con Buenos Aires se tornó muy esporádico, aunque sus compañeros y/o rivales de épocas más lejanas nunca olvidaron al Gusito.
Hasta que un par de días, la sorpresiva información sacudió al mundillo de la actividad. La Voz del Futsal, pretende recordarlo mediante estas sencillas líneas y darle el pésame a sus familiares y seres queridos.
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