junio 10, 2010

LA INTIMIDAD DE LOS CLUBES. HOY: UGAB

El dirigente Santoro sotiene el Fair Play 2009, rodeado de los DTs de UGAB: Massola, Mavilián, Lablebidijián y Ekizián.

La Unión General Armenia de Beneficiencia ingresó al futsal en 1998, para actuar en Segunda. En 2001 subió a Primera como subcampeón de Pinocho y luego de tres temporadas en la división superior, sufrió el descenso. Desde ese momento milita en Segunda. Hoy, de la mano de Juan Manuel Massola como DT, lucha por recuperar el protagonismo perdido y, teniendo en cuenta la última tendencia, todo parece indicar que lo está logrando. «Estamos muy conformes con el trabajo de Massola», indica el director del fútbol de UGAB, cuyo nombre es Leonardo Kazandjián pero al que todo el mundo llama «Santoro», sudónimo que el dirigente se colocó en honor al ex arquero de Independiente, al que define como «mi ídolo total».
«En el futsal el objetivo era cambiar la imagen y estamos satisfechos porque vamos de menor a mayor», indica Santoro, quien hace dos temporadas reemplazó a Carlos Kapelián en la función dirigencial. «Recuerdo que Carlitos no quería dejar la dirección técnica porque pensaba que como dirigente no iba a sentirse cómodo. Yo lo incentivé, diciéndole que tendría voz y voto igual que yo, y así fue. A comienzos de 2009 buscábamos técnico y me reuní con Pacheco -hoy en Cultural-. Nos pusimos de acuerdo en todo, pero él quería traer a su propia preparadora física y eso impidió su contratación. Entonces Carlitos me dijo: ‘Escuchalo a este pibe’. Era Massola. Nos juntamos un día y a la próxima reunión lo incorporamos. Es un enfermo, un obsesivo, pero lo prefiero mil veces antes que un chamuyero de esos que tanto abundan en el fútbol», asegura el dirigente, y con respecto a Kapelián, es terminante: «Por razones laborales después se fue a vivir a Córdoba. Pero nadie puede dejar de reconocer que él ha sido el alma mater de esta disciplina».
Más allá del futsal, UGAB es una entidad vinculada a la colectividad armenia que posee múltiples actividades deportivas, respaldadas a nivel educativo por un prestigioso y centenario colegio. La de Argentina es una más entre 50 filiales repartidas por el mundo. Ante este panorama, resulta obvio que la prioridad de las autoridades, es nutrir a sus equipos de gente de ascendencia armenia. «El 70 por ciento es de la colectividad, pero lo más importante pasa por otro lado. Si es buena persona, lo vamos a integar sin problemas y será uno más de nosotros, que nunca discriminamos a nadie. Al contrario, estamos agradecidos a este pueblo argentino que nos ha abierto las puertas para todo», remarcó Santoro. A continuación, apuntó: «Nuestros socios pagan 60 pesos al mes y con eso tienen acceso a todas las instalaciones, con excepción de la pileta. Los padres están contentos y la mejor prueba es que sus hijos se quieren quedar en el club y no irse a otro lado».
«Seguramente nadie se hará rico siendo técnico de UGAB, pero al mismo tiempo, tenemos algo positivo que no sé si existe en todos los lugares: acá, tanto el DT de primera como los de inferiores, cobran del 1 al 5. Ese es un sello de seriedad que tiene esta institución».
«En cuanto a los jugadores, si están es exclusivamente por la camiseta. Por ahora, no se ha pensado en dar premios o viáticos, aunque si esto sigue evolucionando, no hay que descartar que en un futuro se lo analice».
«El primer día le recalqué a Massola que la presión por ascender no existe. Queremos que trabaje tranquilo y que haga docencia. Después, los resultados vendrán solos. Asimismo, lo que hacen en inferiores Pablo Mavilián, Seba Leblebidjián, Chiki Equizián y Guido Calderón es buenísimo. Los dos primeros están cursando primer año en la Escuela de Técnicos y Guido ya se recibió. No quiero olvidarme de Paricio Knaudt; él es nuestro vicepresidente del futsal, pero ante todo, un colaborador de primera y una gran persona».
«Haber ganado el Fair Play en 2009 es un orgullo y vale más que cualquier campeonato. En la fiesta de fin de año nos sentamos con gente de Banfield. Ellos estaban llenos de trofeos y me dijeron: ‘Te cambio el tuyo por todos los nuestros’. Me sentí muy reconfortado».

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