El Pato Sgarra y una historia para ser contada. Absolutamente identificado con All Boys, dice la frase que le da título a esta nota.
Si existe un jugador-símbolo de All Boys, su apellido es Sgarra. Se llama Sebastián, aunque todos -ya veremos por qué- lo conocen como Pato. «Llevo esta enfermedad en la piel. Mi viejo me hizo socio de este club el mismo día que nací», indica. De eso, pasaron 31 años...Sin embargo, no está pasando por un buen momento anímico nuestro entrevistado, ya que una delicada lesión, lo marginó de las canchas. «Me lesioné en el último partido del año pasado, contra Merlo, y tengo para tres o cuatro meses más. Me rompí los ligamentos cruzados, meniscos y cartílagos», dice Sgarra. «El tiempo no pasa más -agrega-. Duele estar afuera. Siento impotencia El fútbol es mi vida. Se hace muy difícil mirar desde afuera pero no queda otra que seguir los pasos de la recuperación».
Punto aparte. Llega el momento de hablar de un tema más grato: su fanatismo por All Boys. El Pato, empieza a dar muestras de esa condición mediante este hecho puntual:
-A los cuatro meses, ya era la mascota del equipo. Doy la vida por estos colores. Gracias a All Boys conocí todas las canchas y recorrí el país.
Alguna vez, también se vio en la necesidad de tener que elegir entre integrar el equipo de futsal o seguir al de cancha grande.
-El año pasado me tocó una difícil. Jugábamos un miércoles en Santa Fe, contra Colón. Y ese mismo día entrenábamos a las ocho de la noche. El técnico me dijo: «Si faltás a la práctica, no te cito el fin de semana». Y bueno, por más que me comí las uñas, opté por la responsabilidad. En otra época de su vida, siendo más joven, quizás se hubiera inclinado por lo contrario. Pero el Pato afirma haber cambiado: «Era raro verlo por la tele. Me volví loco. Pero hice lo que tenía que hacer. Lo primero son las obligaciones».
Sgarra formó parte de la barra de All Boys. «Pasé por varias situaciones difíciles en las canchas. Demasiadas. Quedé expuesto muchas veces, en las que se me cruzó por mi cabeza mi familia. Pero hoy -aclara- de la tribuna me retiré, veo los partidos más tranquilo desde la platea».
Lo ponemos en el compromiso de tener que escoger la oportunidad en que peor la pasó. «En febrero de 2003 caí preso en Ensenada porque saltamos a la cancha a sacarle la ropa a los jugadores -responde-. Me agarraron solo a mí, los demás pudieron volver a la tribuna. Un juez actuó de oficio, había un fiscal, no pude zafar. Estuve 30 horas en una comisaría. Los policías me cagaron a palos y me volvieron loco psicológicamente. Tenía hematomas por todos lados. Fue muy duro».
El Pato va haciendo memoria. Ahora recuerda un episodio en Laferrere: «Un miércoles fuimos a jugar allá y nos cagaron a tiros. Fue una de las más bravas de mi vida. Se sentían los tiros por todos lados. Los micros terminaron con los vidrios todos rotos».
Es hora de hacer alusión al por qué de su apodo. En All Boys, absolutamente todos están la tanto. Pero para el público en general, es preciso aclarar que el sobrenombre lo heredó de su padre, quien durante mucho tiempo fue el jefe de la barra del blanquinegro. «Mi viejo es una leyenda del club. No es porque lo diga yo, pero era el número uno, lejos. El más reconocido, el que dio la vida por All Boys, por la gente, por el barrio, por todo. Mi viejo sí que si estaba en una situación como la mía, se hubiera ido dere cho a Santa Fe. Era un loco de mierda».
Sebastián admite que su papá era uno de los personajes de mayor predicamento en la barrabrava. No obstante, pretende poner de manifiesto que «antes se manejaban otros códigos. Había otra gente. Por eso, era respetado en todos los clubes, por todas las hinchadas. Lo que hizo él es inigualable».
Su padre falleció el 9 de diciembre de 2009, de un ataque al corazón. «Es algo que yo todavía no puedo superar, se lo extraña mucho, cada vez peor. Hay que vivir con ese dolor», se entristece Pato, quien como futbolista, también registra una trayectoria en cancha grande. «Hice inferiores en Argentinos y All Boys, y en primera estuve en San Telmo y El Porvenir. Pero no estoy satisfecho con lo que di en cancha de once. Tuve mala suerte. Sufrí por malas decisiones mías y de gente de afuera. Me retiré teniendo edad como para seguir y me quedó una espina por no haber llegado más lejos. Ahora trabajo en el rubro de la carne y con un representante de jugadores».
Por último, volviendo al futsal, indica que sus expectativas, primero, apuntan a recuperarse pronto: «No aguanto más, llego a mi casa y siento una impotencia terrible por no poder jugar», dice. Para más adelante, sólo se ve usando la casaca de All Boys. «Puse todas mis fichas en el futsal y me quiero retirar acá, en el club de mis amores», concluye de manera terminante.
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