Leandro “Muzzarella” Diaco ganó todo con el club de Villa Urquiza, pero tempranamente colgó los botines
Leandro Diaco no quería saber nada con que le hicieran una nota. Insistimos. La frase: «Muzza, la gente quiere saber en qué andás», le pareció graciosa. «No, yo qué voy a decir -se excusó, riendo-. Andá a preguntarle a los jugadores de ahora, no a mí».
Finalmente, accedió. «¿En qué ando? Y, bien. Ya estoy retirado. Voy a ver a Pinocho de vez en cuando, sólo como hincha, porque tengo muchos amigos en el plantel».
El protagonista de esta nota formó parte de muchos equipos de Pinocho. Ganó los primeros campeonatos de la serie triunfal del equipo de Vila Urquiza. Pero luego de un breve préstamo por Platense, decidió colgar los botines siendo muy joven. Hoy, con apenas 27 años, admite que se siente un ex jugador: «Ya estoy en otra, disfrutando de la familia. ¿Si senté cabeza? Y... se podría decir que sí. Tengo un hijo de un año, pero no estoy en pareja. Es una historia larga. Soy un padre soltero. Soltero y codiciado», se preocupa en aclarar.
La pregunta de por qué se retiró siendo tan jóven, andaba revoloteando. Y Muzza recogió el guante: «Se había terminado el préstamo con Platense y tenía que volver a Pinocho, pero por las exigencias que tenía un plantel tan profesional, no podía comprometerme. Ahí, si no estaba metido al cien por ciento, no podía seguir. Yo era consciente de eso y di un paso al costado».
Su última temporada oficial fue la 2009. «No me acuerdo cuál fe mi último partido. Sólo sé que fue jugando para Platense, con mis amigos: los hermanos Insúa, el Tonga (Frontalini), el Narigón Gonzalo (López). Pero lamentablemente el grupo que habíamos formado se disolvió y antes de la mitad de ese año decidí abandonar».
Diaco confiesa que le dolió haber tomado la determinación: «Es el día de hoy que me cuesta ir a ver a Pinocho porque es como si quisiera entrar a la cancha. me pongo más nervioso que si estuviera jugando yo. A veces no vengo por eso. De todas maneras, a mí manera lo disfruto».
Lo que Diaco descarta totalmente, es haber utilizado otra camiseta en busca de un club que tuviera menos exigencias como las que había en Pinocho. «No me interesaba jugar en ningún otro lado. Si no era en este club prefería dejar, porque si jugaba futsal, era sólo porque acá están mis amigos y por lo que siento por este club. A mi hijo ya lo asocié y también va a jugar en Pinocho cuando sea un poco más grande», vaticina.
A la hora de elegir su mayor alegría en la actividad, se ve impedido de hacerlo: «No puedo porque fueron muchísimas las satisfacciones que me dio esta carrera. Cada entrenamiento, cada partido, cada viaje, lo tomo como una alegría. Esto es una gran familia».
Diaco afirma no arrepentirse de nada. Ni siquiera de aquella decisión de haber dejado Pinocho para irse a Platense: «Lo hice porque quería tener más minutos en cancha». También enfrenta ciertos prejuicios que indican que su carrera no la encaró con la seriedad requerida: «Nunca falté a entrenar, te lo pueden decir todos. Por más que en el último tiempo no jugaba tanto, ponía mi mejor cara y venía igual. Cuando Pinocho salía campeón y yo tenía menos participación, lo disfrutaba tanto o más que mis compañeros, porque lo que yo valoraba era compartir cosas con mis amigos del club».
A continuación, se refiere a sus técnicos: «Me dirigió el Chequi (Gazzo), Marcelo Roberto y Facundo Ruscica, a quien considero el Bielsa del futsal. Es laburador, estratega, no te deja relajarte un segundo... Es el mejor técnico que tuve».
Por último, a pesar de estar ya retirado, se niega a revelar públicamente el motivo de su apodo, algo que conservó en secreto durante toda su campaña: «No, todavía no lo quiero decir -se ataja-. Por ahí si el año que viene me volvés a hacer una nota lo cuento», concluye, prolongando el insólito misterio.
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