«Habíamos arrancado con buenas expectativas, pero no se nos dieron los resultados. Igual, vamos por el buen camino. Ahora aspiramos a armarnos para la Copa de Plata y terminar ahí en los primeros lugares. El plantel es bueno, tenemos material. Hay que trabajarlo».
«Todos dicen que nos tocó el grupo más difícil y es verdad, pero también es cierto que a varios de esos rivales les hicimos grandes partidos: con Newbery empatamos, a Hurlingham somos superiores pero nos relajamos, Country nos ganó sobre la hora... Con La Ñata, Ezpeleta y Atlanta sí perdimos bien. Riestra apunta a corregir un par de cosas, si bien estamos mucho mejor que el año pasado».
«Este es un grupo de gente donde hay una estructura, con una base de inferiores. Eso es lo que nos ayuda a ir para adelante. Y como en la primera no tenemos la presión de tener que subir, se labura tranquilo. Eso sí, a pesar de que somos cuatro o cinco los que manejamos esto, sigo dirigiendo todas las categorías, de primera a octava. Es más fuerte que yo. Me gusta mucho el trabajo con los chicos».
«Mi hijo Ezequiel juega en la primera y me da una mano en un par de categorías. Dirigir a un hijo no es fácil. Pero estamos acostumbrados porque yo fui su DT durante todo el baby, e incluso en inferiores de futsal. Le exijo más que a nadie, pero nunca me reprocha nada. En ese sentido, creo que es más consciente que yo. Tiene la cabeza más fría».
«Yo estoy fichado, así que vamos a ver si jugamos algún partido juntos. Antes de empezar el torneo, me prendí en un amistoso. Quizás antes de que termine esta etapà clasificatoria, lo hago de nuevo, como para retirarme oficialmente. ¿Mi último partido por los puntos? Y... fue hace once años, en Yupanqui. Ahora ya no me puedo mover, pero bueno, un ratito sí estoy en condiciones de entrar (risas)».
«El estilo que a mí me gusta es el de jugar bien. Trato de sacar algo de todos los técnicos que tuve, pero siempre me inclino por el buen fútbol. Hoy en día el futsal es muy físico. Tengo planes de hacer el curso de técnico. No me sobra tiempo pero vamos a ver si el año que viene me meto».
«Uno de los que más me insistió para que me anote en el curso es el Chino Díaz. Yo empecé con él en las inferiores de Atlanta. El me vio a mí y a mis amigos y nos llevó a jugar futsal cuando dirigía la cuarta. Lo volvimos loco, pero nos bancó. No llegué a primera y dejé por un tiempo, pero después sí volví y anduve por todos lados: San Lorenzo, Huracán, Chicago, Yupanqui...»
«Gracias al Chino -que nos bancó un montón de cosas- y al futsal, pude zafar de una vida peligrosa. Uno cuando es pibe no se da cuenta y comete errores. Hoy, esas enseñanzas se las transmito a los chicos que dirijo, insistiéndoles siempre para que no dejen de hacer deportes».
LOS DOS CHINOS. «El Chino Díaz me ayudó a zafar de una vida peligrosa», confesó Daniel «Chino» Correa.
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