Scegorzov, Romero, Masunaka, Grimoldi, Giusti, Di Maio, Argüello, Hutchinson, Cos, Calleri... ¿A alguien les suenan estos apellidos, con el denominador común de haber nacido en 1994? Claro, el último sí. Es nada menos que el actual crack de Boca-fútbol de campo, que en 2005 y 2006 integró los planteles de séptima y sexta de All Boys-futsal. Los demás, eran sus compañeros, pero ninguno de ellos llegó a primera, ni siquiera en nuestro fútbol sala.
Jonathan Calleri tuvo un paso corto por las canchas, pero hasta sus 13 años este deporte formó parte muy importante de su vida. En octava (2004) había actuado en Jorge Newbery, pero cuando los albos hicieron su ingreso a la disciplina, emigró al club en el cual su padre Héctor había jugado en cancha de once, y bajo cuyo mando, el futsal comenzó a desandar un camino que ya cumplió diez años. Su papá dirigió a la primera blanquinegra (con gente como Paqui Bueno, el Toti Franzone, etc) antes de que Christian Rodríguez Peratta asumiera como entrenador.
En cuanto a Jonathan, desdoblaba sus tareas también en cancha de once de los de Floresta. Con edad de quinta, debió optar y, por supuesto, se inclinó por la superficie en la que hoy es un astro indiscutido.
Sebastián Spampinato (ahora en Alvear), el DT que lo dirigió en las inferiores de sala, lo recuerda muy bien: "Era un pibe que ya se veía que apuntaba alto. Tenía unas cuantas virtudes: buen físico, llegada al gol y era muy inteligente tácticamente".
En la séptima marcó casi 40 goles. Así y todo, no fue el máximo anotador pues el pibe Di Maio (¿tendría algún parentesco con el famoso Diego?) lo antecedió. En sexta, su producción fue mermando y sólo señaló 16, seguramente porque sus obligaciones en cancha grande no le permitieron estar presentes en la totalidad del campeonato.
El resto, es historia más conocida: las inferiores, el debut en primera y la transferencia a Boca, adonde no tardó en explotar y convertirse en uno de los jugadores de mayor futuro de la Argentina.
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