La gente que sustenta la actividad, está motivada por múltiples circunstancias. Los hinchas futsaleros, en una importante proporción, siguen a los equipos de primera cuando sus hijos o familiares cercanos juegan en las inferiores de los mismos clubes. Pero es frecuente que si los chicos dejan de jugar, los padres también dejen de acompañar al cuadro principal.
Claro, hay excepciones. Por ejemplo, el caso de Eduardo Castro, un hombre que siguió siendo fiel a Pinocho aún cuando sus hijos Juan y Santiago, terminaron su camino en las divisiones menores. Castro llevó su travesía por las canchas de la actividad en la época dorada del elenco de Villa Urquiza, tiempos en los que Pinocho acumuló trofeos en sus vitrinas en importante cantidad. A menudo acompañado por su hija Mariana, no se conformaba con ir sólo de local ni a los estadios cercanos, sino que su anhelo era el de estar presente también en zonas alejadas a su barrio. Así, había logrado un reconocimiento dentro su institución, y, probablemente, también a nivel general, dado que los hinchas genuinos que perseveran a través de los campeonatos, no son difíciles de reconocer y de admirar.
Castro únicamente disminuyó la asistencia a Pinocho, atraído por su primer gran amor futbolero: Excursionistas. Cuando la entidad del Bajo Belgrano comenzó su recorrido en el futsal –primero en liga y después en AFA- no sólo apuntó hacia allí sus pasos, sino que además fue uno de los impulsores de la disciplina, transformándose en dirigente de Excursionistas durante muchos años.
En las fotos, se lo ve entre los jugadores, celebrando un triunfo de 2008 (arriba) y el mismo año, junto al Pato Benes y su hija Mariana (abajo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario