noviembre 02, 2020

EL NOBLE GESTO DE DOS HERMANOS


 
Dos muchachos con los cuales mucho me he cruzado en mi periplo por las canchas, son los hermanos Porta. Leonardo y Javier estaban vinculados a Ferro en un principio, y cuando emigraron de la entidad verdolaga siguieron vinculados al futsal. Se los podía encontrar con asiduidad en las presentaciones de Caballito Júniors –donde Javier jugó e integró el cuerpo técnico-, aunque solían presenciar cantidad de partidos, atraídos por esta hermosa actividad. De tanto encontrarlos, entablé una buena relación con ellos. La estima, entiendo, era mutua, a tal punto, que en una oportunidad tuvieron un gesto que nunca olvidaré, y esta es una excelente ocasión para recordarlo.

Un sábado por la noche, cubrí un cotejo en el estadio de Estrella de Boedo. No puedo garantizarlo, pero pudo haber sido un Caballito-Rosario Central, en 2006. Quedamos con mi novia de entonces –esposa en la actualidad- en reunirnos luego del partido para ir al cine, algo que, por mi trabajo en el futsal (en horarios desacostumbrados para la gente “normal”), hacíamos realmente muy poco. Tratando de hacer buena letra, pacté con Romina un encuentro en la Avenida Cabildo, barrio de Belgrano. No sé si por un cálculo erróneo de mi parte, porque el inicio se atrasó o por qué motivo, mientras el encuentro se jugaba, supe que lamentablemente iba a ser imposible llegar a la hora acordada, lo que equivale a decir que en forma muy probable, en lugar de un momento de distensión, habría caras largas durante aquella salida de pareja. Y, peor aún, si me tomaba el colectivo de la línea 65 desde Avenida La Plata, como tenía pensado a priori, mi llegada se hubiera demorado tanto que a lo mejor ni valía la pena ver la película.

Pero Leo y Javier me salvaron esa noche. Les expliqué la situación y aunque sé que no les resultó cómodo atravesar una ciudad repleta de tránsito en esa hora complicada –máxime, porque ellos no iban muy lejos de la cancha de Estrella-, no pusieron ninguna objeción en alcanzarme hasta mi destino, en su auto. En el largo trayecto, mientras con impaciencia yo miraba a cada rato el reloj, obviamente, charlamos mucho de futsal. Tan atrasado estaba yo de acuerdo al horario convenido, que de todas maneras llegué tarde. Romina, acostumbrada, no se excedió en los reproches y al menos pudimos ver la película.

A los apurones bajé del auto aquel sábado por la noche. Siempre valoré el gesto de los Porta. Y si nunca les reiteré mi gratitud por lo que hicieron, ésta, queridos Leo y Javier, es una excelente oportunidad para agradecerles una vez más. 

Foto: Leo Porta es el que filma. Su hermano observa detrás de Seba Espigares (de buzo azul) y completa la escena, de traje, Martín "Mape" Figueira. 

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