Con facilidad, Nando retiene en su memoria fechas y apellidos. Conoce a los futbolistas de cada división y no hay hincha de Caballito que no lo salude cuando pasa junto a él. Algunos -jugadores sobre todo- también se atreven a la cargada: «Nando mufa», le gritan, por supuesto, en un tono más que distendido. Nando los fulmina con la mirada y tan serio como siempre, sigue contando: «Me gusta la dirección técnica. Por eso también ayudo a Aostri y a Manfra en las inferiores de futsal, para que sepan cómo hay que rotar, cómo hay que salir...». Con su metro y medio de estatura, luce impecablemente el equipo completo de Caballito: medias, short y camiseta, obsequiados por la ‘97, que esta temporada deja el baby (cada año ocurre lo mismo con la categoría que se despide). Orgulloso, posa para la foto con la flamante indumentaria.
La nota va llegando a su fin y él no quiere olvidarse de las menciones. «Tengo muchas amigas», dice, y desea que eso figure en la revista. «Poné que le mando un saludo a Rosario De Nicola (la hermana de un jugador de la quinta e hija de Alejandro, actualmente DT de Estrella de Maldonado) y a la hermana del zurdo de la cuarta. También le mando un gran saludo a los dirigentes y a toda la gente de Caballito». El reportaje parece que se termina, pero más tarde, Nando seguirá buscando al cronista, para agregar más saluditos a gente que le «reprocha» no haberlos mencionado. Para no defraudarlos, recuerda: «Por favor, quiero que pongas a Rodolfo, un gran dirigente. Y a Ana Cuzzolino. Y también a su hijo Paolo, y que se recupere pronto de la lesión».
Ahora sí, la entrevista finalizó. Nando se aleja para ocupar un lugar en la tribuna, sitio desde el cual comandará los cantos de aliento a la primera división. Su tribuna. Ese sitio que le pertenece y que conoce a la perfección, al igual que cada rincón de Caballito Júniors.
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