* Hace algo más de una década, Hernán Introcaso y Juan Pablo Cabral eran dos jóvenes figuras de un espectacular Atlanta que actuaba como local en el mítico complejo Fair Play de Colegiales. Amigos y vecinos de la Plaza Mafalda, ambos siguieron su propio camino cuando aquel gimnasio se remató y Atlanta dejó efímeramente la actividad. Cabral jugó en Boca, River, la Selección y Juvencia, regresando este año a su primer amor. El Pelado anduvo por Huracán, 17 de Agosto, Lamadrid y ahora Arsenal, haciéndose desear su regreso al Bohemio. Previamente al partido, dialogaron un buen rato y aceptaron gustosamente fotografiarse juntos.
* Justo cuando estaba por empezar el partido, un perro irrumpió en el rectángulo y no hubo manera de "convencerlo" para que se retirara. Después de mucho insistir en vano, finalmente fueron un par de allegado al local quienes procedieron, muy amablente, a tomarlo del collar y retirarlo hacia la tribuna. Con un aplauso, la hinchada bohemia agasajó al simpático can.
* Repercusiones en el futsal del superclásico de fútbol de campo. Charly Fernández -el DT de Arsenal- es fanático boquense y su mujer Verónica, furiosa hincha riverplatense. Ella lleva en su vierte dos gemelas que nacerán en agosto, y que Charly, dice, ya son "bosteras" igual que él. Verónica, en tanto, afirma todo lo contrario. "Las gemelas está contentas", comentaba Charly, y pretendía acariciar la panza de Vero, que, malhumorada, se lo impedía: "No, las nenas están tristes, no se movieron en todo el día", aseguraba, cerrando un capítulo desopilantemente tierno.
* Martín Salerno arrancó el año integrando el plantel de Estrella de Maldonado. Pero el ex Ferro ahora es entrenador de la tercera de Arsenal. "Dejé de jugar y arreglé acá. Voy a dedicarme sólo a esto", informó Salerno, un joven DT de apenas 21 años.
* Un golazo sacudió la atención de todos cuando apenas corrían 21 segundos del primer tiempo. En ese instante, Franco Maccarone tomó una pelota y de primera, sobre el lateral derecho, le dio al arco cuando el balón todavía no había traspuesto la mitad de cancha. Guido Consoni, al arquero bohemio, tan sorprendido como todos, sólo pudo ver cómo el tremendo disparo se le metía por elevación.
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