* Lindo clima tuvo la jornada del domingo. Desde muy temprano, mucho público concurrió al gimnasio de Villa Urquiza, atraído por la buena campaña de ambos equipos en inferiores. Esto provocó que a la hora de la primera, el estadio tuviera un marco imponente, digno de las grandes noches de futsal. Afortundamente, todo estuvo en paz.* Ala hora del partido principal, en el sector millonario, todavía se palpaba el malhumor por la inesperada derrota del equipo en fútbol de campo, a manos de All Boys. Este encuentro había culminado minutos antes de que empezara el choque con Pinocho. Algunos hinchas, se fueron rápidamente del Monumental y llegaron a Villa Urquiza en el entretiempo.
* Facundo Ruscica y Federico Barbiero -integrantes del cuerpo técnico de River- habían trabajado en Pinocho hasta hace algunos años. Por eso, no extrañó la buena onda para con sus colegas locales. Durante los 40 minutos de juego, cada uno se metió en su rol, pero la rivalidad tuvo como límite el silbato del árbitro. Antes y después de ello, prevalecieron los afectuosos saludos.
* Mauro Riente estaba tan compenetrado en el desarrollo del juego, que en un momento -cuando su técnico le dio la orden de reingresar al rectángulo- lo hizo con la pechera puesta. Por supuesto, el árbitro Viñas le indicó que saliera nuevamente, se la sacara y volviera a entrar. Riente no pudo evitar sonreírse por su insólito olvido.
* Varios ex jugadores de Pinocho, hoy retirados, observaron el encuentro: Patricio Benes, Pablo Fernández, Leandro Diaco y Cristian Carballeda. En River, justo cuando se cumplen 20 años de su primer título en futsal, coincidieron dos de los arqueros de aquel plantel: Diego Antolini -que dirige la sexta- y Alejandro Rocha (actual DT de J. J. de Urquiza en la liga afista).
* Otra presencia "ilustre": Javier Alonso, jugador de Glorias y flamante técnico campeón con Atlanta en cancha grande, recibió numerosas felicitaciones. En especial, la de Juan Manuel Massola, entrenador de las inferiores de Pinocho y "bohemio" de la primera hora.
* Sobre el final, se produjo la única mancha de un encuentro que careció de incidentes. El cronometrista se olvidó de parar el reloj mientras la pelota no estaba en juego y se escaparon varios segundos, lo que desencadenó las protestas de los riverplatenses cuando sonaba la chicharra. El tumulto fue rápidamente sofocado y los protagonistas se retiraron en calma a los vestuarios.
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