noviembre 16, 2010

Los hermanos Arrieta, con el corazón en Barracas

Juan Arrieta (izquierda) y su hermano Oscar. En el medio, el DT de Barracas Leonardo Barrios.

Una espectacular levantada condujo a Barracas a ganar 25 de los últimos 27 puntos, y a ubicarse muy cerca de la clasificación a los playoffs. Dos de los grandes artífices del buen momento del Sportivo, son los hermanos Arrieta. Entre ambos anotaron más de 50 goles siendo los máximos artilleros del conjunto de Leo Barrios.

UNA FAMILIA MUY NORMAL
Juan Marcelo Arrieta tiene 22 años y es el mayor de ocho hermanos. Oscar, con 18 recién cumplidos, es más conocido como Chuky, un sobrenombre que le agrada y tiene su justificación “en todos los líos que hacía cuando era chiquito, era terrible”. Los diez integrantes de la familia (contando a los sus padres), habitan una humilde vivienda de Villa Domínico, pero reconocen que Barracas “es nuestra segunda casa” y Leo Barrios “es como un padre para nosotros”.
El histórico hombre del Sportivo los acogió en un club en el cual encontraron esa contención que los mantiene alejados de los peligros de la calle. “Si no hubiera ido a Barracas no sé dónde estaría ahora”, confiesa Chuky, admitiendo que quizás habría seguido por caminos no aconsejables. Su hermano coincide con esa apreciación, e indica que más allá de algunas changas como ayudante de albañil (“o lo que venga”), no tiene trabajo, pero que nunca se le cruzó por la cabeza, por ejemplo, salir a robar. En cuanto a Chuky, está cursando la secundaria y si todo sale bien se recibirá en dos años más.
“Me gustaría jugar en el exterior alguna vez”, se ilusiona este pibe extremadamente hábil, cuyas virtudes lo llevaron a debutar a los 16 años en primera. A partir de ese entonces, el interés de otros clubes por llevárselo no se detuvo: “Me quisieron de San Lorenzo y de otros lados más, pero Leo dijo que todavía era muy chico para irme”, dice, aceptando la imposición casi paternal de su entrenador. “El año que viene no sé si seguiré o no, por ahora lo único que me interesa es pensar en ascender con este equipo”.
En cuanto a Juan, curiosamente llegó a Barracas más tarde que su hermano menor: “El ya jugaba acá, Leo me tomó una prueba y quedé. Ni siquiera hice inferiores pero por suerte me adapté rápido. Este club nos abrió las puertas y nos está brindando todo”. Otros dos hermanos también pasaron por las inferiores barraqueñas, pero ahora están en el fútbol de campo de San Lorenzo, lo que significa que la calidad futbolística tiene un fuerte componente genético. El padre de los Arrieta, también es un futbolero de alma, pero está operado del corazón y eso le impide conseguir un trabajo estable. La madre, es ama de casa. Y la subsistencia, no es simple, en un ámbito donde las privaciones son moneda corriente: “El barrio está difícil, hay muchos robos. Aunque ahora no tanto, porque pusieron más policía. Pero igual nosotros nunca tuvimos problemas, por ser conocidos, con nuestra familia nadie se mete”, afirma Oscar, quien a la hora de hablar de sus virtudes dice que “el gol y el buen manejo de pelota es lo que mejor me sale”. No obstante, asegura no tener “ni idea” que está considerado uno de los mejores jugadores del torneo de Segunda. Su hermano mayor, en cambio, sí parece estar al tanto. “Es muy bueno y tiene gran futuro, ojalá que llegue a lograr todo lo que se propone”, apunta Juan Marcelo.
De parte de Chuky, también hay elogios para Barrios. “Lo quiero mucho y él me quiere una banda, por ahí si no me traía a Barracas hoy estaría vagueando todo el día”, expresa con sinceridad, agregando que a pesar de las tentaciones “non sanctas” que ofrece el barrio, ha sabido negarse sin complicaciones. “No me atrae la droga, el cigarrillo, nada. La noche antes de los partidos ni salgo. Aparte estuve entrenando con la Selección y sé que me tengo que cuidar si quiero llegar a ser alguien”, es la reflexión que suena a madurez pese a la juventud de su autor.
Juan Marcelo también asegura mantenerse alejado de esas cuestiones. “Tomamos algo con mis amigos, jugamos a la play y listo. Soy de acostarme temprano”, concluye.
Así es la historia de los Arrieta: sencilla, como la de tantos chicos. Pero, al mismo tiempo, diferente. Porque si se lo proponen con convicción y la suerte no le es esquiva, tienen todo para triunfar y trascender. ¿Podrán? El tiempo, como siempre, se encargará de dar su veredicto.

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