diciembre 10, 2013

NUEVA SECCIÓN: LOS QUE COBRAN ENTRADA



Habría que colocar una categoría especial en el futsal: están los jugadores, los técnicos, los dirigentes, los hinchas… Pero existe un grupo de gente al que muy pocos le prestan atención. Los encargados de expender las localidades, seguramente, pertenecen a una de las categorías enumeradas. Lo más común, es que sean dirigentes de los clubes en cuyos accesos se parapetan con el objetivo de que nadie ose ingresar sin su correspondiente ticket. Sin embargo, más allá de que a lo mejor cumplan otras funciones durante la semana, el hecho de controlar la puerta los hace pertenecer a una raza aparte, conformando un mundillo repleto de asuntos muy específicos, tan alejados del ruedo de la pelota pero, al mismo tiempo, tan cercanos. Que no tengo cambio, que soy jugador del otro equipo, que te dejo el bolso, que vengo a ver a un amigo, que mi papá ya está adentro, que acá está mi DNI, que soy técnico recibido en la Escuela y no tengo por qué pagar… Y la lista podría indefinidamente.
A partir de hoy, La Voz del Futsal propone homenajear a esos estoicos personajes, capaces de estar horas y horas (las que por ejemplo, dura una tira de inferiores), soportando temperaturas bajo cero en los crudos inviernos, donde el frío cala hasta los huesos y los pies ya no se sienten de tan entumecidos que están. O, por el contrario, cuando el calor aprieta en verano y las ganas de estar en una pileta son mucho más fuertes, comparadas con un programa que apenas incluye un vaso de gaseosa fría como paliativo  para combatir una tarde de 35 grados.
A veces, por unos pocos pesos (que a menudo son sólo una excusa que detrás esconde un enorme espíritu de colaboración) o en otras, totalmente gratis, ellos estarán allí, trabajando en silencio por amor al club. 
A partir de esta serie de notas, estos admirables personajes, dejarán de ser anónimos.

Hoy: Silvia D’Aria (Kimberley).

“Llegué al club en 1999. Con mi marido trajimos a mis hijos al baby. A partir de ahí hicieron toda una trayectoria en Kimberley, porque cuando terminaron, se dedicaron al futsal. El mayor, Federico (Hurtado es su apellido), ya no juega. Llegó hasta la tercera y se dedicó más a las minas. El chiquito, Nicolás, es arquero de la tercera y ya jugó bastante en primera, aunque ahora el titular es Lucas Farach”.
“No sé si está bien que opine la madre, pero yo no tengo problema en decir que Nico es un excelente arquero. Además el futsal le gusta con locura; también le tocó dirigir durante varios años las inferiores y lo hace con mucho placer. Eso sí, con el puesto que eligió, sufro todos los partidos como loca”.
“Kimberley es un club bárbaro, de gente muy buena y sencilla. Acá, a mí todos me conocen como “La Pétalo”. No son tantos los que saben mi verdadero nombre. Mi apodo nació hace mucho, cuando mi marido me jodía en medio de los partidos. “Sos mi pétalo, sos mi pétalo…”, me gritaba del otro lado de la cancha. Todos se cagaban de risa. Y así me quedó….”
“Lo más lindo de este trabajo es hacer relaciones públicas. Todos los que pasan se te ponen a charlar y yo lo disfruto. Tengo un carácter especial para eso. Jodo mucho con la gente, inclusive con los visitantes, que también me conocen. ¿Lo más feo? Que siempre tenés que estar peleándote para que te paguen. Lo peor es que vos sabés que hay gente que puede hacerlo y sin embargo, quiere entrar de garrón”.

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