A los 17 años ya jugaba en la primera de 17 de Agosto. Hoy, más afirmado, también está en la Selección. Es el hijo de Fabián, pero quiere ser reconocido por sus condiciones.
Con edad de cuarta división, Francisco Julio López ya forma parte del plantel de primera de 17 de Agosto. Y las actuaciones que “Paqui” tuvo en la primera parte del año, lo condujeron a consolidarse en un plantel por donde pasaron varios jugadores de dilatada trayectoria. Su buen nivel -rubricado nada menos que en los playoffs- le permitió ser convocado para la selección sub 18 y gracias a ello recibir felicitaciones de un plantel que es dirigido por Fabián, su papá. La atípica situación, forma parte de la charla con Paqui, quien con la timidez propia de enfrentar por primera vez a un grabador dijo todo esto:
“El año pasado salimos campeones en cuarta y me subieron a primera junto a Emanuel Comini. Ahora estamos tratando de ganarnos un lugar en primera. Creo que anduve bien, tuve la suerte de hacer algunos goles y me siento cómodo. Uno de mis mejores partidos fue contra América por los playoffs, ahí estuve muy efectivo”.
“Con excepción de 17 de Agosto, nunca jugué futsal en Argentina. Cuando vivíamos en Italia con mi papá estuve en el sub 18 del Nápoli. Además juego en cancha de once: allá lo hice en el Vicenza y cuando volvimos al país empecé en San Telmo, donde estoy ahora en la sexta división. Mi aspiración es llegar a la primera”.
“El futsal me gusta mucho, pero sé que si sigo en cancha de once en un momento se podría cortar, así que mi prioridad es esa. Si dejo cancha de once ya no voy a poder volver, en cambio si dejo el futsal, más adelante quizás sí pueda retomar. Igual todavía no pienso en el tema, por ahora sigo en los dos lados”.
“A veces es un poco incómodo que mi papá sea el técnico del equipo. Estoy contento, pero por ahí te enterás que alguien dice que te pone porque es tu viejo y te pone mal. Por eso, hay que tratar de jugar lo mejor posible, para que nadie diga que jugás porque sos el hijo del entrenador”.
“Yo estoy tranquilo porque sé que cuando me tocó entrar demostré que era por mis condiciones, no por mi viejo. Al contrario, si yo ando igual que un compañero, él lo pone al otro para que no piensen mal. En casa un par de veces lo charlamos y nos reímos”.
“En la Selección estoy contento. Ahora me subieron a la sub-20 y ojalá llegue a jugar el sudamericano, pero sé que es difícil porque al ser el más chico soy uno de los últimos de la lista”.
“En San Telmo juego de cinco o de enganche. Mi posición en futsal es la de lateral. Me gusta sacarme un hombre de encima y encarar, aunque me falta pegarle un poco más al arco, soy más de asistir. Tácticamente estoy bien, mi viejo me llena siempre la cabeza (risas)”.
“Vamos a tirarnos otra vez al campeonato. Pinocho es el mejor equipo pero a nosotros nunca nos pasó por arriba. Siempre nos ganó, pero por pocos goles y en partidos parejos. En el último partido mi viejo estaba enojado porque los cinco goles que nos hicieron fueron por desconcentraciones nuestras. Más allá de lo familar, él es un muy buen técnico. No sé si el mejor, pero lo considero muy motivador”.
ASÍ LO VE SU PAPÁ
Eso opinó Fabián López con respecto a Paqui:
-Todavía le faltan algunas cosas, como ser la potencia y la fuerza para afianzarse en esta división, y lógicamente la experiencia. Pero tuve mucha confianza al subirlo porque le veo grandes condiciones: es inteligente, tiene movilidad, mucha técnica... Y algo que debe mejorar es la pegada. Tiene que crecer todavía. Por ahora, es una promesa que de a poco se va ganando un lugarcito entre los doce.
-¿Es facil o difícil dirigir a un hijo?
-Sí, sí. Al principio tuvimos algunas agarradas en casa, en el viaje y en el entrenamiento.
-¿Lo decís en serio o en broma?
-No sé (risas). Por ahí si con otro jugador tomo una decisión no me contestan y Paqui sí, aunque en realidad le está contestando al papá en vez de al técnico. Pero en general es muy ubicado y se comporta bien.
-¿Lo tratás de manera diferente al resto?
-Intento separar las cosas y analizar todo fríamente pero quizás, incoscientemente, sea un poco más exigente. Si un compañero se equivoca soy capaz de darle otra oportunidad. Si lo hace él lo siento más y enseguida trato de marcarle el error. Es una situación difícil hacerlo entrar sabiendo que es tu hijo.
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