Debutó en primera a los 16 años y en su carrera de vislumbraba un futuro enorme. Sin embargo, dos años más tarde, surgió una encrucijada que lo obligó a elegir entre el futsal y el fútbol de campo. Entonces, Javier Vatter optó por lo segundo. Hoy, la realidad demostró que no se equivocó al tomar aquella decisión. «El futsal me encanta, pero yo lo que quería priorizar era mi familia», cuenta Vatter, que está de vacaciones en Argentina. «Estoy jugando en el Deportes Concepción de Chile y me va bastante bien», amplía este chico categoría 90, que en el país trasandino construyó una interesante trayectoria en muy poco tiempo: cuando cruzó Los Andes por primera vez, lo hizo para fichar en La Serena, un equipo del ascenso. A continuación también actuó en otros clubes y actualmente integra un club del círculo superior. «No puedo quejarme. Progresé mucho y ya ascendí con dos equipos diferentes. Ahora espero afianzarme en la Primera de Chile y más adelante se verá, mis expectativas son muy buenas».
En su primer fin de semana libre, Vatter apreovechó para ir a ver a Argentinos, siendo saludado calurosamente por allegados al club donde dejó gratos recuerdos: «Dejé muchos amigos y ahí sigue jugando mi hermano Walter», señaló, agregando que no se olvida del futsal: «Por ahora es imosible, aunque tengo la esperanza de volver a la actividad cuando me retire del fútbol o mi carrera me lo permita», sostuvo. De inmediato, recordó las complicadas instancias en las que tuvo que tomar la decisión de optar por una u otra actividad: «Yo tenía 17 años e integraba el plantel de Comunicaciones. Un día estábamos viajando para la cancha de Talleres. Iba a ser mi debut en primera. Iba sentado en el micro y me suena el celular. ‘Está convocado para la Selección’, me dijeron. ¡Era Larrañaga! Le contesté que debía consultarlo con mi familia, por más que me moría de ganas. Pero en Comu no querían saber nada con que jugara futsal. Pizzo -el técnico- se había enterado porque una vez llegué lesionado y casi me mata. Obviamente, no me lo permitieron. Tuve que renunciar a la citación para las Eliminatorias del 2008. Me dio una pena enorme, pero no me quedaba otra».
Pese a su juventud, Javier ya es padre de dos hijas: «Una tiene tres y la otra, unos meses. Junto con mi mujer, están conmigo en Chile. Son lo más lindo que me pasó. Verlas cada mañana... jugar con ellas, es lo máximo. Que mi gente esté bien es lo más importante, por eso elegí el fútbol de campo, que te da la posibilidad de vivir de esto. Además, trato de ayudar a la parte de la familia que se quedó acá, que es numerosa».
De no haber mediado aquella disyuntiva, quizás el protagonista de esta nota, hoy brillaría en un futsal de alto nivel internacional y sería una pieza valiosa en la Selección. «Me hubiera encantado continuar y no fue posile, pero nunca le cerré las puertas definitivamente a esta actividad. El día menos pensado estaré nuevamente en una cancha de futsal».
Argentinos de 2008. Un gran equipo que, con Vatter entre otras figuras, muy cerca estuvo de lograr el campeonato.
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