Final del partido, igualado en cinco. La visita, que perdía 5 a 2 llegó a un angustioso empate y casi lo gana en el último segundo.
Muchas emociones tuvo el encuentro entre el campeón y Caballito. Ya el comienzo fue a puro grito: al minuto Serra abrió el marcador, segundos después igualó Corazza y a los 3’ nuevamente el Hueso, de penal, marcó el 2-1 para los visitantes. Esa cantidad de goles tuvo que ver con que los dos ambicionaban el triunfo y, sin especulaciones, lo demostraron desde el arranque, ofreciendo un trámite abierto y atractivo. Luego, de un “impasse” (en el que no obstante las situaciones de peligro fueron cuantiosas) cerca del final, continuó la emoción: a los 18’ Corazza se perdió la posibilidad de empatar de sexta falta (pegó en el palo), y a los 19’ Serra pudo haber aumentado por la misma vía, pero desperdició la chance. Su disparo fue atajado por Matías Carballeda, quien así debutó como titular debido a un desgarro sufrido por Quevedo en el epílogo del match contra Independiente.
Faltando 28 segundos para el final, Corazza, ahora sí, estableció el 2-2 mediante una jugada de pizarrón (previamente a la ejecución de una pelota parada, el banco de Pinocho había solicitado tiempo muerto para planificar la jugada).
Pinocho hizo sentir su supremacía en la red en el comienzo del complemento. A los 3’ Rescia puso a su equipo por primera vez arriba. En tanto, los de De Nicola no cesaron en su búsqueda pero fallaron a la hora de concretar, algo en lo que Pinocho no suele equivocarse. De modo que a los 10’Corazza marcó el 4-2 y a los 15’ Benes el 5-2. Si bien las cifras parecían algo exageradas considerando que Caballito también había acercado peligro a la valla de Carballeda (el pibe respondió siempre bien más allá de algún error en el primer tiempo) la diferencia estuvo en que el campeón pegó cuando tenía que hacerlo y estiró así el tanteador a tal punto que existía la sensación de que el trámite estaba liquidado.
Sin embargo, para sorpresa de todos, nada de eso ocurrió. Tras el 5-2, Diego Calderón pasó a jugar de arquero y a los 16’ su hermano Norberto descontó con un disparo al ángulo.
Pinocho, que había empezado a mover el banco imaginando un desenlace feliz, se vio de pronto apurado por la reacción visitante. Pero nada logró hacer para contenerla. Faltando 1’ 12” Diego Calderón puso las cosas 5-4. Y cuando el tablero estaba clavado en un minuto, nuevamente el mismo jugador logró el empate, desatando el delirio de toda su parcialidad y el estupor en sus adversarios.
En los últimos sesenta segundos el partido pudo habérselo llevado cualquiera. Pero el que más cerca estuvo fue Caballito, que contó con una inmejorable situación en los pies de Guagliardi. Pero el ex San Lorenzo no logró meter la pelota en el arco prácticamente vacío, al tiempo que sonaba la chicharra final, en lo que hubiera significado el quiebre de un invicto de 95 partidos del local.
Una mezcla de satisfacción y bronca caracterizó el semblante de los equipos tras la pitada de Aumente y Martínez. De todas formas, optando por ver “el vaso lleno”, en todos se dibujó una sonrisa: en Pinocho por haber mantenido el invicto y en Caballito por haber llegado a un agónico empate cuando todo parecía perdido.
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