noviembre 10, 2008

MILLONARIOS EN ALEGRÍA


En una jugada vista desde lo alto, Gramuglia se convierte en amo y señor de su área. En la foto de arriba, un primer plano de la otra figura de la noche: Martín Persec, autor de cuatro goles en el 5 a 1 de River ante Boca.

El superclásico no cambió de dueño. Todavía sigue en manos de River, que luego del 1 a 0 del Apertura, volvió a imponerse a Boca, esta vez como visitante y por un marcador mucho más holgado: 5 a 1. La fundamentación del éxito millonario estuvo basado en un buen rendimiento colectivo, sumado al valor agregado que le otorgó la sobresaliente actuación de dos individualidades como el Mono Gramuglia y Martín Persec. Uno en la custodia de su arco y el otro con su notable poder resolutivo, fueron los puntos clave de un elenco que construyó su triunfo con trabajo y paciencia.
La paridad caracterizó al trámite desde el inicio. Pero ante una cantidad similar de situaciones riesgo, la visita se diferenció por saber aprovecharlas, mientras Boca no encontró la fórmula para vulnerar al seguro Gramuglia. Así, los Millonarios se pusieron en ventaja merced a un disparo esquinado de Biondi, a los 13’.
Cinco minutos más tarde, tuvo lugar un instante crucial del partido. Un momento compuesto de varias jugadas encadenadas, que significó un quiebre que Boca sufrió y que a River benefició de manera determinante.
Con ambos rivales en quinta falta, el local fue el que primero tuvo la chance de desnivelar por esa vía. Pero ejecutó Aquino, contuvo Gramuglia y se generó un contragolpe donde Biondi capturó el balón y, viendo a Guisande lejos de su área, probó al arco. El arquero xeneixe evitó el gol de un manotazo, pero al cometer la infracción como último recurso, fue expulsado por Sergio Ghibaudi. Entonces fue River el que contó con la sexta falta a su favor. Disparó Persec y (ahora ante Bruzzone), conquistó el 2-0, cuando si no hubiera sido por ese capricho del destino, las cosas podrían haber estado 1 a 1.
Para colmo, Boca volvió a malograr una sexta falta antes del final de la etapa, ya que esta vez Canessa, estrelló el remate en el palo.
En el segundo tiempo Boca ejerció una presión mayor, pero a los 4’, en un contraataque de los tantos que lanzó River, Persec venció a Taffarel en un pique demoledor y mano a mano con Bruzzone marcó el 3-0. Aún así, el local no bajó los brazos y en varias oportunidades estuvo cerca del descuento. Pero si a River no lo salvaba Gramuglia, lo hacía el palo, que a los 8’ devolvió un tiro de Santos –la mejor figura ofensiva de Boca- con destino de red. Y un minuto más tarde lo liquidaron los de Magarelli, quien ya no estaba en el banco (lo expulsaron por la protesta de un foul) sino en la tribuna. El encargado de hacerlo fue nuevamente Persec, gracias a una bonita acción personal por la derecha.
A los 13’ el mismo jugador colocó el 5 a 0, mediante otro furibundo tiro de sexta falta. Y cuando quedaba sólo un minuto, Boca logró el tanto del honor. Lo señaló Andrés Santos, quizás, el que más se lo merecía, por condiciones y amor propio.
El final del vibrante superclásico, encontró a un River feliz por un triunfo que le otorgó algo más de brillo a una campaña que estuvo por debajo de las expectativas. Tal vez si el equipo hubiera jugado todos los partidos como lo hizo esta noche, hoy no estaría en la mitad de la tabla sino en la pelea por el título. Por su parte, Boca se retiró cabizbajo por la derrota. En su caso, los nombres tampoco fueron sinónimo de una gran campaña. Esa cuestión, más que diferenciarlos, es la que unió a los primos en este 2008 que ya va llegando a su fin.

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