septiembre 05, 2011

LAMADRID LE CONTÓ HASTA ONCE A ALMAFUERTE

A veces, suele pasar que a un equipo le salen todas; y a su adversario, ninguna. Eso es exactamente lo sucedido entre Lamadrid y Almafuerte, partido que terminó en un abultado 11 a 1 para el local. Si bien las diferencias entre ambos conjuntos seguramente no son tantas tomando un contexto general del torneo, dentro de la cancha -y en este encuentro puntual- sí fue inmensa la superioridad de Lamadrid, que ya a los cuatro minutos ganaba 4 a 0, con goles de Nicotra, Medina, Klotz y nuevamente Medina. Una notable eficacia por un lado y el desconcierto constante por el otro, fueron una mezcla que, combinada, hizo crecer el tanteador hasta cifras insospechadas hasta para los mismos hombres del Carcelero.
Luego de aquel 4-0, Almafuerte emparejó las acciones, pero las cartas parecían ya echadas. Y por más que hubo diez minutos sin que se registraran goles, cuando a los 15' Martínez señaló el 5-0, todo se definió de manera temprana. A los 19' Klotz -de sexta falta- metió el sexto y el dominio de Lamadrid continuó siendo muy claro el inicio del complemento. Por más que Gabriel Tancredi hizo rotar el equipo, la catarata de goles no se detuvo. A los 2' Medina, a los 3' Quiroga y a los 5' Rajo, elevaron la cuenta a nueve. Piccina (a los 13') y Klotz (a los 14') la llevaron hasta un increíble 11 a 0. Cifra que pudo ser todavía más alta si el mismo Klotz no hubiera desperdiciado dos sextas faltas sobre los 17'. Lo cierto es que en Lamadrid, sólo les faltó convertir a Juan Giupponi y los dos arqueros, Lamanna y Vega, que atajó en la parte final del encuentro.
A 28 segundos de la chicharra, Almafuerte (que sin suerte había buscando con gran insistencia) convirtió el gol del honor a través de una ejecución de Catelani desde los diez metros.

SALDOS Y RETAZOS

* Cristian Vega atajó en el segundo tiempo de tercera, reemplazando en el arco de Lamadrid a Erik Giupponi. Pero tan mala fortuna tuvo, que sufrió un golpe en el rostro que lo dejó nocaut por un par de minutos. Luego, se aplicó hielo procurando bajar la gran inflamación. Así y todo, integró el banco de primera y mientras transcurría el primer tiempo, seguía con la bolsa de hielo debajo de uno de sus pómulos. Cuando el complemento promediaba y la goleada estaba consumada, Tancredi dispuso que Vega entrara por el titular Juan Lamannna.
El ex Barracas ingresó y lejos de estar en inferioridad de condiciones, se transformó en uno de los estandartes del Carcelero, neutralizando situaciones de peligro y atacando cuando le fue posible. Y hasta estuvo muy cerca de conquistar un gol, que uno de los palos le negó. Hubiese sido heroico e impensado pocos minutos antes, en momentos en que se lo veía derrumbado física y anímicamente en el banco de suplentes.

* Apenas arrancó el segundo tiempo, la gente de Lamadrid empezó a corear el apellido de uno de los jugadores que se hallaba en el banco y que hasta entonces no había tenido la chance de jugar: Gabriel Piccina. El técnico le dio el gusto a su hinchada y determinó el ingreso del corpulento futbolista, que durante el campeonato tampoco había tenido muchos minutos en cancha. Pero la alegría de Piccina no sólo se dio porque le tocó entrar unos minutos, sino porque además fue autor de un gol -el décimo- que festejó alborozadamente junto a todos los que lo habían pedido unos instantes atrás. El tanto, fue un certero remate desde la derecha del ataque, que se coló en el ángulo de un arquero que había salido a achicar desesperadamente. ¡Qué golazo!


El coordinador de Lamadrid Eduardo "Lalo" Monteleone y Elio Giupponi.
Víctor Olivastro y Federico Gasali.
Edgardo Tancredi y Alberto Giupponi.

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