agosto 25, 2010

“Siempre se puede aprender”


Julio Mariani, un experimentado DT del promocional de River, dice que la diferencia de edad no le impide aprender de Ruscica.

El “Pulga” Mariani, que dirige las Promocionales y la séptima de River, tiene una dilatada trayectoria en el futsal. En su momento, fue técnico de Acassuso, equipo que dejó de competir hace varios años. Tras la desaparición del cuadro de la zona norte, el Pulga también dejó de estar vinculado a nuestra actividad hasta que se reisertó en ella a través de River, cuyas categorías más pequeñas llegaron a las tres finales del Apertura, sin lograr el campeonato en ninguna.
-¿Todavía duelen esas derrotas?
-Yo arranqué en agosto de 2008 con ocho chicos. Hoy tenemos todo armado. El año pasado no metimos ninguna categoría. Ahora metimos las tres en la final. El trabajo es a futuro. Respondiendo a la pregunta, el golpe fue duro, da bronca que hayan sido tres en el mismo día. Se mereció ser campeón en dos divisiones, jugamos mejor.
-¿Y qué pasó?
-Por dos errores perdimos con San Lorenzo y la 2000 y un jugador nos complicó contra Kimberley en la 2002.
-¿Hay que hablar mucho para levantarles el ánimo?
-No, los chicos ya están mentalizados en el Clausura y saben que van a llegar de vuelta a la final. Ellos quieren salir campeones y van por la revancha.
-En la 2001 juega el hijo de Ariel Ortega.
-Sí, y el hermanito de Villagra. Cuando llegaron eran muy introvertidos. Casi ni hablaban. Pero se fueron integrando. Ellos tienen un apellido famoso, aunque dentro del grupo son uno más.
-¿Vas a ver a la primera?
-Tengo un reparto de pan, me levanto muy temprano y llego muerto a casa. Igual, fui dos veces. A Ruscica lo veo en las prácticas, sé como trabaja y estoy aprendiendo al lado de él. Pese a la diferencia de edad si a uno le interesa como a mí, siempre se puede seguir aprendiendo.
-¿Qué recuerdos tenés de Acassuso?
-Fueron hermosos momentos. He tenido grandes satisfacciones con las inferiores: fuimos campeones con la 88, la 85, la 81. En la época de gloria nos abastecía Vélez de Martínez. Después siguieron caminos separados; los chicos no querían ir hasta La Meca, que era la nueva cancha que alquilaba el club. Por culpa de ese desarraigo y por problemas internos, se perdió todo. Yo volví a Vélez en 2005 y hoy muchos jugadores del club están acá en River.

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