abril 17, 2012

«En el fútbol, los únicos amigos son los familiares»


Maximiliano Zanello realizó una larga campaña como profesional. Hoy, a los 34 años, juega en Unión Ezpeleta

Maximiliano Zanello, posee una trayectoria muy emparentada con el fútbol profesional de cancha de once. Sin embargo, de a poco va identificándose cada vez más con el futsal. Sobre todo, desde que se convirtió en uno de los jugadores emblemáticos de Unión Ezpeleta.
“El año pasado dejé de jugar definitivamente en cancha grande y me metí de lleno en este deporte, aunque ya venía jugando en Unión hace como cinco años”.
-¿Cómo tomás esta actividad?
-Esto lo tomo como un hobby. Toda la vida me gustó el papy. Siempre que tenía un tiempito, me iba al club con los chicos.
-¿Cómo llegaste a vincularte a Unión?
-Por intermedio de un amigo que conocía a Diego Salas, el DT de ese momento. En cada receso de cancha de once, entrenaba en el club y de paso me citaban para algunos partidos. Quería mantenerme entrenado y esto me servía.
-Decís que el futsal es un hobby para vos. ¿No te lo tomás en serio?
-Por supuesto que sí. Cuando voy a jugar para Unión lo hago como si fuera una final del mundo. Estoy corriendo a la par de chicos que tienen 18 o 19 años y a mí, que tengo 34, eso me reconforta. Aparte, Hugo Monzón (N. de la R: presidente de la disciplina) tiene todo mi apoyo. Este es un club muy humilde, muy familiar, donde se hace todo a pulmón. Uno primero es persona y después es futbolista. Y en Unión te tratan así, con mucho amor.
-¿Te interesa la táctica del futsal? ¿O como jugaste profesionalmente no te fijás tanto en eso?
-Respeto mucho  a Marcelo Calahonra, el técnico. En las charlas lo escucho como si yo fuese un chico que recién empieza. Me falta aprender mucho. Mi carrera no estuvo relacionada al futsal pero la táctica me gusta. De hecho, si bien es en cancha grande, arreglé como DT de la séptima de Temperley. Estoy muy contento de haber encontrado siendo tan joven, un equipo para dirigir.
-¿Tenés otra expectativa en futsal, más allá de terminar tu carrera y dedicarte a dirigir cancha de once?
-Si puedo hacer el curso de DT de futsal también lo haré. Es un juego divino. A mí me costó un poco agarrarle la mano, pero hay reglas que favorecen a los que intentan jugar, y creo haberme adaptado bastante bien.
-¿Lo mejor que tenés es la pegada?
-Sí, siempre fui de patear los tiros libres y me le animaba a los remates de larga distancia. Así que acá se me hace más facil pegarle. La musculatura de un jugador de cancha grande uno la empezó a desarrollar desde muy chico. A los siete u ocho años ya se trabaja con pesas. Por eso si a un jugador profesional lo ponés acá, va a tener un disparo bárbaro.
-¿Siempre ejecutás las sexta faltas?
-Tiré muchas, pero si estaba MArcelo Calahonra, hasta el año pasado, el encargado de patearlas era él. Ahora es el técnico. Así que calculo que me tocará siempre a mí.
-¿Erraste alguna vez una sexta falta?
-Sí, una vez. Contra Atlanta. Justo un día que me esguincé la rodilla.
-Habiendo jugado en tantos lados, ¿hiciste plata en el fútbol?
-Sí, sí... lo justo y necesario como para poder vivir tranquilo. Pero lo que más destaco es que a uno lo recuerden como una buena persona y que se me abran las puertas en todos los lugares donde jugué, así como se me abrieron en Temperley.
-¿Te destacaste más en la Argentina o en el exterior?
-Y... me hubiera gustado ser más conocido en el país. Pero una vez que uno se va afuera va perdiendo nombre.
-¿Qué es lo peor del fútbol?
-Que uno piensa que tiene un montón de amigos, y la verdad es que los únicos son los familiares: papá, mamá, abuelos, hermanos... Mi esposa y mi hija Angeles. Si tu papá a los 20 años te recomienda que tengas cuidado con las amistades no te lo dice porque es malo, sino porque sabe de la vida. Antes creía que tenía montones de amigos. Hoy, si puedo contarlos con los dedos de una mano, es mucho.
-¿Hubo gente que te defraudó?
-Y... sí. Siempre hay. Pero prefiero resaltar lo positivo, y es que los compañeros que tuve siempre hablaron bien de mí. Por ejemplo, una gran persona como Fabio Lenguita -con el que jugué en Platense- lo hizo con Marcelo Francini (el coordinador de Temperley, alguien al que yo no conocía), y gracias a eso hoy estoy dirigiendo en ese club. Cosas así son las que me enorgullecen. Más allá de ganar o perder, a uno le interesa ser guía de los chicos, para que el día de mañana, su vida no se les termine con el futsal, sino que tengan aspiraciones para hacer también otras cosas.
-Te pregunté por lo peor. Para cerrar la nota, contá que es lo más lindo del fútbol.
-La experiencia de vida que te da. La viveza. Saber quién se pone a tu lado porque quiere estar con vos de compromiso y quién lo hace porque sus sentimientos son buenos. Toda esa experiencia la adquirís gracias al fútbol. Por eso a los 34 años ya sos un viejo y podés ensañar tantas cosas.


SU IMPRESIONANTE TRAYECTORIA
El protagonista de esta nota actuó en una gran variedad de clubes y países, a partir de su debut en la primera de la Academia. El mismo efectúa el repaso cronológico:
"Empecé en Racing en 1997. Después pasé a Platense, volví a Racing y estuve dos años más; en el 2001 me fui a Santiago Morning de Chile, Cobreloa en el mismo país, Cartagena de España, donde me quedé dos años; Melipilla de Chile en 2005; Macará de Ecuador en 2006; Curitiba de Brasil en 2007; en junio de ese año regresé a Defensores de Belgrano en Primera B; más tarde en Temperley también en la B y por último en Berazategui en Primera C".


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